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El REF: nostalgia, no – Por Juan Manuel Bethencourt

   

El puertofranquismo es un concepto totémico que aún mueve conciencias en Canarias. El penúltimo ejemplo es el documento presentado por un grupo de empresarios y profesionales muy críticos con el REF de las Islas, tanto el vigente como el que ahora es objeto de negociación entre los gobiernos autonómico y central. Este colectivo afirma sin reparos que el mejor camino para el Archipiélago pasa por abrazar de nuevo la religión del llamado Protocolo 2, barajado como opción en los años ochenta del pasado siglo como alternativa a la plena integración en la Unión Europea. El fundamento de semejante corriente apunta al librecambismo comercial como filosofía de futuro para las Islas, al modo y manera de lo que ocurría hace ya medio siglo: ventas libres de impuestos con precios muy competitivos para el visitante y el residente. Defensores de esta teoría los hay en todas las aceras políticas, por cierto, y no se puede dudar del indudable gancho del alegato. Porque en los tiempos del franquismo creció en Canarias una burguesía próspera -eso sí, bastante minoritaria- al amparo de las libertades económicas vedadas en el resto del territorio español. El problema es que una época y otra no tienen nada que ver, porque, como canta nuestro paisano Pedro Guerra, la lluvia nunca vuelve hacia arriba. El modelo canario de aquellos tiempos, la franquicia comercial, era muy eficaz por desarrollarse en un contexto que le confería una ventaja competitiva clamorosa. Y es que las Islas tenían un modelo comercial muy abierto mientras la economía española permanecía cerrada en las catacumbas de un régimen político alérgico al capitalismo liberal y su consecuencia, el afán democratizador. La situación hoy es otra muy distinta, España es un país tan abierto al intercambio con el exterior como cualquiera; y también Canarias, por supuesto. En no pocas ocasiones se habla sobre las trabas que padece la inversión exterior en Canarias, pero apenas se cita una evidencia: la fiscalidad hoy es una variable menor a la hora de tomar determinadas decisiones. Importan más la viabilidad de los negocios, los mercados cercanos, la cualificación del personal, que esos puntos porcentuales a la baja en la tributación. A la hora de plantear un REF para todos los ciudadanos del Archipiélago, hay que poner el acento en la creación de empleo, en cómo hacer más competitivo el trabajo en las Islas sin bajar salarios (deducciones a la Seguridad Social, por ejemplo), en cómo diversificar de verdad las fuentes de riqueza para nuestra sociedad. Pero, desde luego, la respuesta no está en la nostalgia. El porvenir está en un REF adaptado a la economía del siglo XXI, no del XX.

www.juanmanuelbethencourt.com