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Una anécdota desafortunada – Por David Sanz

   

Uno de los motivos por los que me fascina la isla de La Palma es la defensa que hace de su cultura y sus tradiciones. Tanto es así, que a veces he llegado a pensar que nos preocupamos más del pasado que del futuro de la Isla. Es bueno que una sociedad se reconozca en su historia y se sienta orgullosa del recorrido hecho por sus antepasados, siempre que no se caiga en la parálisis que puede derivar de una nostalgia demasiado autocomplaciente. El cuidado de las tradiciones y las costumbres es loable, así como reivindicar la originalidad y creatividad de un pueblo. Pero el alboroto que se ha armado a raíz de que un grupo de pibes se disfrazaran de algo parecido a los Enanos en el Carnaval de Los Llanos de Aridane me ha parecido excesivo. Creo que estos muchachos se equivocaron haciéndolo, que fue un error utilizar este símbolo, que tanto significa para La Palma, pero de ahí a convertirlo en un sacrilegio como he podido leer en comentarios de diversas redes sociales va un trecho. La niña de El Exorcista no hubiera tenido una reacción más estridente que la de algunas personas que he podido leer, a las que solo faltaba tener convulsiones y echar espumarajos por la boca. Decir que estos disfraces desvelan el secreto de los Enanos me parece que tiene también un punto de exageración. Pienso que este secreto está tanto en la figura que danza cada cinco años en la Bajada de la Virgen como en la mirada de quienes contemplan este espectáculo mágico con la ilusión de un niño que abre sus ojos a una transformación misteriosa. Y el tercero de los ingredientes que asoma en esta polémica es el eterno pleito entre Santa Cruz de La Palma y Los Llanos de Aridane. Vamos, que hay quien considera este hecho un atentado por la “envidia” entre los pueblos o como venganza por no sé qué follón de la Transvulcania. Si no fuera real, uno podría pensar que está en medio de un guión de una película de Berlanga y ya solo falta que llamen al Verdugo para que pase por el garrote vil a estos pibes que se equivocaron, desde luego, pero tampoco mataron a Manolete. Creo que antes de molestarnos tanto por este tipo de hechos, hay que poner todos los esfuerzos para que la Danza de los Enanos siga siendo lo que es y no se desvirtúe por el espectáculo de masas en el que se ha convertido con el paso de los años. Eso sí que nos debería ocupar más que este tipo de anécdotas, desafortunadas es verdad, pero anécdotas al fin y al cabo.