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Cáritas ¿radical? – Por Claudio Andrada Félix

   

No es en absoluto necesario resaltar la atención que Cáritas presta a los más frágiles de la sociedad. Precisamente a aquellos que nada tienen y viven de lo que la sociedad invierte en ellos. Y siempre es poco, cada vez menos. Esta organización de carácter confesional, nada sospechosa por otra parte de constituir peligros de radicalidad alguna, más bien conservadora en sus planteamientos en determinados derechos civiles, ha recibido las furias del ministro Montoro. Al parecer, que la verdad de la miseria en España, argumentada con datos oficiales proporcionados por las diferentes administraciones y organizaciones de toda solvencia documental, le descuadra al ministro el mundo de fantasía que vende día sí y día también. Un mundo que, evidentemente, no es el mundo que atiende Cáritas y sus voluntarios, o Cruz Roja, o las diferentes ONGs que se ocupan de esa población real y que debiera dolernos más y a la que el Estado no llega (porque no quiere).

Montoro insiste en seguir viendo la película “Cuan grande va a ser la recuperación”, protagonizada por su jefe Mariano, católico también según confiesa, en lugar de atender al informe sobre la pobreza de Cáritas, donde se afirma que la pobreza infantil en España sólo es superada en el entorno de la UE por la que existe en Rumanía, o que la de las personas mayores ha amentado un 3,6% desde 2008 a 2012. Y todo esto en un país donde el 12% de las personas que tienen la fortuna de tener un trabajo no salen de la pobreza por los míseros salarios que cobran, insuficientes según se afirma, para permitirles una salida de una crisis que jamás provocaron. Montoro entorna sus ojos, saca a relucir la sonrisa de hiena, y le “recomienda” a Cáritas, a la que debe considerar también “radical” -calificación que usan todos los del PP para lo que se les escapa-, que no “provoque” debates en este sentido. Exacto. No les huele a una amenaza. Que en su mundo de Antoñita la Fantástica suele ser aquello de “como me sigan tocándome lo que no tengo, no van a ver un duro”.

El nivel de desprecio a la ciudadanía es de tal calibre ya por parte de las filas populares que no dudan en mandar a callar a una organización como Cáritas, y supongo que otras muchas, sin la que esta injusticia social sería aún más despiadada con los que lo han perdido todo, en ocasiones hasta a ellos mismos.