Las despedidas son siempre complicadas, ya sean las que se acumulan en el recuerdo de amores perdidos, familiares y amigos que dejaron la vida atrás, o las que se pierden en el recuerdo porque fueron parte de una existencia que ya es olvido. Es eso, el olvido, lo que en demasiadas ocasiones condiciona el adiós. Cuántas manos estrechas por última vez o besas en la mejilla a alguien diciendo el recurrente “nos vemos”. Es ahí dónde aparece, a veces, el vértigo de la separación. No es tanto el sentimiento de pena por ese muro de tiempo y espacio que te distanciará a partir de entonces de él, ella o ellos, no; es más bien la sensación de desasosiego que te invade cuando, más allá de, quizás, algunas lágrimas y un nudo de emoción en la garganta, te das cuenta de que tal vez ese sea el fin de algo. El final de saludos, sonrisas, conversaciones, miradas cruzadas, risas, discusiones…, un the end que tratas de obviar, pero que sabes que tiene todas las papeletas para ser el papel protagonista en una relación que se acaba. Un amigo, un amor, un conocido, un compañero, un algo que ha sido parte de ti que, igual, nunca volverá a ser eso, parte de ti.
En los tiempos que corren, donde la prisa lo mediatiza todo, donde el resultado es lo más y único importante, donde lo práctico sustituye a lo humano, hasta el adiós es aún más efímero y frío. Por eso, cuando se cierra una puerta dejando fuera de tu estancia a personas que aprecias en mayor o menor medida, lo que se abre unos días después es un vacío y un arranque de olvido, una excusa ante el pasar página que se traduce en un “nos veremos”, pero matizado por el “hay que seguir adelante”. Es injusto; es inevitable.
El viernes por la noche, tras una jornada llena de esas despedidas que no por esperadas llegas a encajar del todo, comenzó todo ese proceso de querer retener el recuerdo de casi una veintena de compañeros de trabajo que ya no lo son. Unos tardarán más que otros en desaparecer, pero será muy complicado abrazarlos para siempre. Por eso estas líneas, estas perras negras…
Gracias; nos veremos.