X
soliloquios>

Era de esperar – Por Ramiro Cuende Tascón

   

Mientras la dignidad llega a la capital de esta indigente España, mientras Adolfo, Duque de Suárez, se fue calmo al Mar de Las Calmas, mientras Iñaki Azcuna el genial Alcalde de Bilbao reposa su vida junto a su reciente muerte. Mientras la vida continua a su ritmo como siempre ha sido, la Delegación del Gobierno de Mariano en Madrid, a través de los mandos policiales, recordó a los turistas de la Marcha de la Dignidad que a las nueve nos vamos a la cama que hay que descansar, para que mañana podamos madrugar -no para trabajar-, faena no hay. Un detalle de la Alcaldesa Botella, del sucesor y heredero de Doña Esperanza para que descansen y puedan ver amanecer tranquilos en el Parque del Retiro oliendo a churros, porras y a las famosas relaxing cup of café con leche o chocolate caliente, y, caso de considerarlo asistir a la santa misa. Estos españoles que con dignidad, honra e ilusión llegaron a Madrid a pesar de los obstáculos, bretes, improperios, y a dieta de bocadillos de pan con pan y fueron recibidos con cariño.

Mientras todo esto sucede por las calles del reino, la BANKIA de todas las bancas, alerta con alegría los cánticos esperados, y es que parece ser que en 2015 repartirá -beneficios- dividendos entre sus accionistas. No se me escapa que esas perras que van a parar a los bolsillos de sus socios es dinero generado con nuestros impuestos, para devolver el rescate que la UE le prestó a España para salvar la bankia, más el de los esquilmados abuelos de los que abusaron impíamente, y, a los que quizás se les devuelva algo. Unas 140.000 personas que salvarán el dinero de su pseudo inversión en avíos híbridos (preferentes y deuda subordinada) una vez que finalice el proceso de arbitraje en la entidad. Por más horas que dedico a pensar sobre lo que sucedió el sábado, acontecimientos que me desbordan, no consigo entenderlos. Hace un rato escuché en A3 a un -quiero pensar experto en materia policial- hablar sobre lo sucedido el 22 M en Madrid tras la ridícula conclusión de la”Marcha por la Dignidad a las 21.00 en punto. Ni más ni menos. A partir de ahí, sucedió lo vaticinado, la debacle. Los Puma70, los 90 y… atados de pies y manos, ante una cuerda de vándalos impresentables, que se pasean por el mundo de la mano de su barbarie y, a los que se les dejó campar a sus anchas ¿Y, la chivata? Llega uno a pensar si alguien puede desear que suceda una tragedia, para que perdamos lo que tanto ha costado lograr. Me lo aclaró J. Morales de la UIP, se planificó mal.