Varios amables lectores se interesan por mi opinión sobre las seis horas de declaración -recogidas en 115 folios- de la infanta Cristina en su comparecencia como imputada ante el juez José Castro el pasado día 8 de febrero. Tal y como consta en esta declaración, la infanta respondió con hasta un total de 579 evasivas a preguntas referentes a su papel al frente de la sociedad mercantil Aizoon, SL, de la que es secretaria del Consejo de Administración y copropietaria al 50% junto a su marido, Iñaki Urdangarin, que la preside. Las evasivas fueron concretamente 412 “no sé”, 82 “no lo recuerdo”, 58 “lo desconozco” y siete “no me consta”. En esa línea, la Infanta aseguró “no tener conocimiento en temas de sociedades mercantiles” y no saber siquiera qué es el IRPF, lo que ya es no saber para una persona de su posición y su formación. “Mi marido y yo no hablamos de negocios en casa”, afirmó también la Infanta, lujo que infinidad de familias españolas ahogadas por la crisis no se pueden permitir.
El principal abogado defensor de la Infanta, Miquel Roca, ha reconocido que se siente “intranquilo” a causa de la salida a la luz de la transcripción de las declaraciones de su defendida, que están bajo secreto sumarial, y ha insistido en que ella contestó a todas las preguntas del interrogatorio. “Si las preguntas no se podían responder de otra manera, se responden como se tienen que responder”, insistió Roca en sus manifestaciones a los medios a las puertas de su despacho de Barcelona.
Lleva razón el letrado cuando se queja de la publicación de unas declaraciones que se encuentran bajo secreto sumarial. Pero estamos en España, aquí todo se compra y se vende, y, por desgracia, el secreto sumarial es una de las cosas menos respetadas en este país de irrespetos. En cuanto a su estrategia del no sabe, cada uno es libre de defenderse en los tribunales como tenga por conveniente, pero la ignorancia sistemática de la Infanta, expresada en sus 579 evasivas, hace que sus declaraciones despierten dudas razonables. En definitiva, resultan poco creíbles en una persona de su posición y su formación, como señalábamos antes. “Insulto a la inteligencia de los españoles”, la ha calificado algún exaltado.
Por otra parte, la ignorancia de la Infanta significaría una situación conyugal muy alejada y contradictoria con el cuento de hadas que nos venden los programas y las revistas del corazón, y con las afirmaciones de la propia Infanta sobre su matrimonio y las relaciones con su marido. La estrategia, además, es ofensiva para ella misma, a la que se presenta como mentalmente incapaz de darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor, en una inverosímil inopia infantil, que no sería de recibo si la Justicia fuese, de verdad, igual para todos. Sin embargo, no podemos olvidar su presunción de inocencia: son los tribunales los que tienen que demostrar su culpabilidad y no la Infanta su inocencia, que se presupone. Otro de los principios que no se respetan en esta tierra de juicios paralelos, mediáticos y populares.
Hace unos días la reina ha visitado en Atenas la tumba de su padre junto a sus hijos. Han rendido homenaje al rey Pablo en un acto religioso celebrado en el cementerio real del palacio de Tatoi, antigua residencia de verano de la monarquía griega, para conmemorar el cincuentenario de su fallecimiento. En el trascurso de la visita, la infanta Cristina ha posado en numerosas fotografías junto a su hermana, la infanta Elena, su prima Alexía de Grecia, cuyo marido también está imputado, y Marie Chantal Miller, hija del millonario estadounidense Robert Warren Miller y esposa del príncipe Pablo de Grecia. Esta última ha subido las fotografías a la red social Instagram, siguiendo la moda de los selfies, la moda de fotografiarse para luego compartir las imágenes en las redes sociales.
“Con mis dos españolas favoritas” es el pie que escribió Marie Chantal Miller en la foto con las dos infantas. La relación familiar de la Familia Real española con la griega debería hacerles reflexionar. Hace casi cuarenta años los griegos decidieron acabar con la monarquía y expulsar a sus miembros. La causa inmediata fue su connivencia con la llamada dictadura de los coroneles, aunque el desencuentro venía de lejos. De hecho, Grecia proclamó la Tercera República porque no era la primera vez que deponía al régimen monárquico. Una similitud con la historia española. Otra similitud sería el origen extranjero de ambas dinastías: danés en el caso griego y francés en el español. Por lo que a nosotros atañe, alguien ha dicho que los españoles, cuando no sabemos qué hacer, echamos a los Borbones. En realidad, únicamente los hemos echado dos veces, en 1868 y en 1931, porque Carlos IV y su hijo, el rey felón, huyeron ellos solos para arrojarse en brazos de Napoleón I. Franco no los dejó volver, pero la dinámica de la transición hizo imprescindible el restablecimiento de la monarquía y el Título II de la Constitución.
“Con mis dos españolas favoritas” es el pie que escribió Marie Chantal Miller en la foto con las dos infantas. Dejando al margen la alusión negativa a la princesa de Asturias, presente también en Grecia, en lo que respecta a la infanta Cristina es una opinión que no comparten muchos españoles. Discrepancia que igual un día hasta tiene consecuencias.