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La foto – Por Miguel L. Tejera Jordán

   

Este periódico difundió hace unos días una noticia inquietante: según varios sindicatos, una multinacional irlandesa que acaba de abrir las puertas de su comercio en un centro de esta capital, estaría maltratando, de manera inadmisible, a sus trabajadores, al punto de que les somete a trato presuntamente denigrante. A la par que les paga una miseria por dar la caña a diario. Desde la inauguración. Sin que se valoren sus cualidades como trabajadores y sin que se les trate como se merecen, es decir, como personas, o, si lo prefieren, como seres humanos. Lo dicen varios sindicatos. No un servidor que, entre otras cosas, todavía no se ha dado una vuelta por Primark, para evitar que, me pisen los callos. No me gustan las aglomeraciones de una jornada inaugural, ni de las subsiguientes, así es que, antes de desembarcar en la tienda, dejaré que pasen los días y la euforia; que no es cosa de ir al callista con un dedo hinchado por el pisotón de turno de algún cliente o clienta apresurados. O, a lo que se ve, de algún que otro empleado cabreado. Conozco Primark por sus establecimientos en otras ciudades. Lo que no sé es si, en las otras ciudades, los políticos locales corrieron como locos a sacarse la foto el día de la inauguración de la tienda. O mejor dicho, el día anterior al de la inauguración de la tienda que, como es bien sabido, a la clase política que nos dirige no le gusta mezclarse con la gente. Con la gente que les vota y que nos manda. Que les sigue absurdamente votando. Los políticos, empezando por los locales, entre ellos los nuestros, son mandarinitos chinos parapetados en sus poltronas, ajenos al sudor del gentío. Por lo cual van y se hacen la foto el día antes de la llegada del gentío. Del gentío que les vota. Y al que van a visitar una vez cada cuatro años, a los mercados y rastros, para mendigarles el voto que les mantenga y perpetúe en el poder los siguientes cuatro años.

Y, lo cierto, es que nuestros madarinitos locales se sacaron la foto, el día antes de la apertura de puertas de Primark, la tienda multinacional irlandesa que, según los sindicatos, maltrata y explota a sus trabajadores. Allí estaban nuestro ínclito alcalde, algún que otro concejal y concejala, la representación cabildicia y la autonómica. Unos salieron en la instantánea (que es de lo que se trata). Y otros se quedaron fuera. Pero todos se movieron hacia Primark para lucir palmito político ante la ciudadanía… Que se acercan las elecciones, las europeas, las locales, insulares y autonómicas y las legislativas, por dicho orden y en sucesivos meses venideros.

Lo que ignoraban, entonces, es que, si los sindicatos llevan razón en sus quejas y denuncias, entonces los mandarinitos metieron la pata. Hasta el fondo. Perderán votos. Porque, vamos a ver quién vota a los que dieron carta de naturaleza a una firma multinacional que supuestamente maltrata y vilipendia a sus trabajadores, que son nuestros hijos y hermanos, nuestras hermanas y nietos. O sea, los hijos de una esclavitud calculada. Y alabada por la grey de mandarinitos. Y de naranjas mandarinas, que había más de una…, para sacarse la foto. Porque no creo que, con semejantes sueldazos, vayan a comprarse la ropa a Primark. Los bien y las bien pagados… Y pagadas.