Debe ser triste y aburrido ser fotógrafo del gabinete de comunicación del político de turno. Todos los días te indican la agenda y el itinerario y sales detrás del susodicho a sacarle una foto. Siempre el mismo careto, siempre el mismo encuadre, en fin, un muerto que te cambas. Ni te nombran autor de la misma, ni desarrollas creatividad alguna. Es imposible ser creativo al tercer día de trabajo detrás de ese político siempre sonriendo, con un casco blanco o dándole la mano a alguien. No hay más poses. Bueno sí, si vas a Fitur, como van tantos responsables de todo tipo de consejerías, la pose se llama “asomando el hocico”, que consiste en aparecer justo detrás del hombro del político principal, un poquito de puntillas y acechando al objetivo. En cambio, en las ruedas de prensa cuando sale uno sentado hablando y un mogollón detrás se denomina “formato batasuna”. Si sales en la foto sin mirar a la cámara se denomina formato “como quien no quiere la cosa”. Reflexiono sobre esto a colación de algunas noticias que salen todos los días en los periódicos. Por ejemplo: asfaltado el nuevo tramo de la carretera tal, y sale el alcalde o concejal encima del piche mirando a la cámara. Prosiguen las obras de tal y cual, y sale el Jonathan con un casco blanco mirando unos pergaminos. Excepto en el mamotreto, donde nadie quiere salir, la noticia nunca es la protagonista de la foto. En cambio, si no eres fotogénico ni tienes un duro rostro que aguante miles de flashes diarios no puedes ser presidente del Cabildo. Lo de Carlos Alonso ya es muy relajiento: el nota sale todos los días en más de nueve fotos, a tres por periódico. Por lo demás, tampoco los trabajadores protagonizan las fotos. El caso más irritante fue la noticia sobre el éxito de la cosecha de vino y aparece el consejero de Agricultura del Cabildo echándose un vaso de vino. Podrían haber fotografiado al productor amarrando la viña. Pero la culpa de este despropósito se debe a la era digital. En la época del carrete esto no hubiera pasado.