He leÃdo que si una sentencia firme no obliga a derribar el mal llamado mamotreto de San Andrés, el alcalde de esta capital podrÃa estudiar legalizarlo. Para darle una utilidad diferente de la original. Como es natural, si una sentencia de la más alta instancia judicial de este paÃs ordena dicho derribo, no habrá alcalde ni ayuntamiento capitalinos que puedan oponerse a la ejecución de la resolución que proceda. Y que todos conoceremos en su dÃa. Un servidor ignora qué se le estará pasando por la mente al primer regidor, José Manuel Bermúdez, pero, ciertamente, si la estructura se salva al final de la picareta, entiendo que lo sensato serÃa respetar la construcción, adecuándola a otros usos que, al fin y a la postre, redunden en beneficio de la comunidad. Lo que quiero decir es que si no se produce una orden taxativa de derribo, la ciudad y sus vecinos nos ahorrarÃamos el quebradero de cabeza (y sobre todo la rotura de las costuras de los bolsillos de los pantalones en que todos guardamos la cartera), toda vez que no nos gastarÃamos una pasta gansa en los trabajos de demolición y, de paso, darÃamos sentido a la conservación de un inmueble que nos ha estado costando un riñón a todos los chicharreros en mantenimiento y vigilancia por personal de seguridad privado durante años de litigio. No anda descaminado el alcalde si tal es la idea que le circula por la cocorota. Porque, si la estructura es legalizable y, por ejemplo, se la soterra, como estaba inicialmente previsto. Y por encima de su techumbre se traza y construye la carretera que también estaba prevista. Y si el inmueble sirve de garaje para los residentes de San Andrés, a la par que de todos los chicharreros que acudimos a Las Teresitas a darnos un baño… Bueno, no serÃa sin duda lo mejor, pero es lo menos malo que podrÃa pasarnos a los santacruceros.
Naturalmente, el mamotreto tendrÃa que ser mimetizado con el paisaje de su entorno. HabrÃa que buscarle un apropiado acomodo estético entre San Andrés y la playa. HabrÃa que reconvertir sus muchÃsimos metros cuadrados de superficie en plaza o zona pública de descanso y recreo. Y, debajo, esto es, bajo la carretera de enlace entre barrio y playa, habrÃa que sacarle provecho a unas plazas de aparcamiento que vendrán muy bien a los bañistas, en horario de playa. Y que vendrÃan soberbios para ser usados por los vecinos de San Andrés que no dispongan de garaje en horario nocturno (un suponer, desde las 22.00 horas hasta las 08.00 de cada mañana, garantizando, esto sÃ, la natural y ordenada rotación de automóviles), de forma que el beneficio se reparta entre todos y no que satisfaga únicamente a unos cuantos.
No tengo ningún interés en que se conserve el edificio. Pero ya que está hecho, cónchale, me sabe mal que lo dinamiten sin más. Al menos, al menos, que alguien proponga algo sensato antes de tirarlo. A lo mejor, a alguien se le ocurre una solución integradora.
A lo mejor lo que barrunta Bermúdez no resulta tan descabellado…
El tiempo hablará.
A su debido tiempo…