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atentado del 11-M en Madrid > diez años después

Mónica, víctima en Atocha: “Tuve que aprender que era distinta”

   

TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife

Tal día como hoy pero hace 10 años, el terrorismo propinó el mayor golpe de su historia a este país, por mucho que lamentablemente España haya sufrido con intensidad esta lacra desde la segunda mitad del siglo XX. Un grupo de yihadistas, la gran mayoría marroquíes, hicieron estallar de forma simultánea una serie de bombas en varios trenes de cercanías de Madrid en hora punta, con la ciudadanía acudiendo a sus puestos de trabajo. En uno de ellos iba Mónica Sánchez (Madrid, 1978). Su vagón estalló justo al cerrarse las puertas en Atocha.

Con la cabeza rota, sorda y tres fracturas en la espalda, acabó perdiendo al bebé que gestaba. Tenía pocas probabilidades de salir adelante, pero hoy es feliz con su nueva familia y vive -”encantada”- en Candelaria. Hoy, en el décimo aniversario de la brutal masacre, explica cómo se sale adelante de algo así: “Hay que aprender que ya no eres una persona como las demás, que eres distinta”.

victima 11-M Mónica Sánchez y familia en Tenerife

Mónica y su familia, en un día de playa hace unos meses en Tenerife. / DA

La masacre

Mónica tenía que haber cogido un tren posterior, pero aquel día su hija mayor estaba enferma y fue a llevarla a casa de la abuela. Luego se subió al cercanías, como todas las mañanas. “Iba de pie, y como siempre al llegar a Atocha se bajó tanta gente que pude sentarme, entonces se cerraron las puertas y ocurrió: primero sentí cómo el vagón se balanceaba y luego vi que la parte derecha saltaba por los aires, sentí que me caían cosas encima y poco más me acuerdo. ¿Inconsciente? No, caí en coma”.

“Se cerraron las puertas y voló la parte derecha del vagón; acabé bajo seis cadáveres”

La joven víctima iba en uno de los tres vagones que explotaron en la famosa estación de la capital de España. La explosión la dejó moribunda, causándole lesiones tan graves como la referida fractura de cráneo y las tres de la espalda, así como la sordera total del oído derecho y parcial del izquierdo, entre otras. Con posterioridad supo que los que escaparon de ese vagón fue porque otros cuerpos frenaron los efectos del explosivo.

“Luego me enteré de que estaba sepultada bajo seis cadáveres; me encontraron porque, por pura supervivencia, oí pisadas de cristales y alargué un brazo y sentí al tacto unos pantalones. Me dijeron que estuviese tranquila, que me iban a sacar de allí viva, y ya no sé más”. El siguiente recuerdo de Mónica ya es en el hospital, dos meses después, cuando los médicos decidieron arriesgarse a sacarla del coma. “Yo había despertado, pero era tanto el dolor y estaba tan maltrecho mi cuerpo que los doctores me indujeron de nuevo el coma”. La clave era, además del dolor -”no pestañeaba sin dolor”, recuerda- rebajar en lo posible la actividad cerebral y minimizar riesgos ante el gran hematoma que le causó en el cerebro la fractura craneal.

La rehabilitación

“Se asombraron porque lo primero que hice fue preguntar por mi bebé, pero es que no tuve tiempo ni de decirle a mi marido que estaba embarazada”, recuerda Mónica, serena a pesar de todo y gracias a su encomiable trabajo de recuperación. “Los médicos me hablaron muy claro desde el principio; la decisión era mía, pero si seguía adelante con el embarazo mi cuerpo estaba demasiado débil para soportarlo; además, no tenían garantías de cómo venía la criatura después de lo que había pasado”. Felizmente, Mónica tuvo dos hijas más después del 11-M, pero antes de ello atravesó un calvario.

“Cuando desperté se asombraron al preguntar por la criatura: no lo sabía ni mi marido”

“Fueron en total casi cinco años para recuperarme físicamente, con seis meses en el hospital y dos años de visitas a los médicos y régimen de rehabilitación con tres horas de gran sufrimiento todos los días, pero absolutamente todos los días”, rememora desde la distancia que comienza a poner el tiempo.

Pero lo peor está más arriba. “Imagínate, te despiertas sorda, con cicatrices por todos lados y te cuentan lo que ha ocurrido: No te lo crees, la incredulidad es lo primero porque realmente lo difícil fue aceptarlo, asimilarlo”.

Como tardó más de tres años en aceptar ayuda psicológica, de la negación pasó al decaimiento. “Luego me compadecía de mí misma y más tarde llegaron la ira y la frustración, porque intentaba hacer una vida normal y eso ya no es posible”.

“Me contaron al salir del coma y de no creerlo pasé a la depresión y luego a la ira y frustración”

Los especialistas le mostraron el camino y ella tomó sus propias decisiones. “Me acabé divorciando. Mi familia también sufrió por el atentado, yo quería hablar a todas horas y ellos no querían saber nada más”. Poco a poco, Mónica asumió la realidad: “A los tres años de estar con psicólogos acepté al fin que no era como el resto, que ahora era distinta”.

Una clave fue iniciar la relación con la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, que preside Pilar Manjón. “Hay que entender que tuve que aprender de nuevo a vivir, a expresarme a través del lenguaje de signos, a conocer a otros como yo y con los que me entendía con una mirada”.

“Gracias a la asociación -sigue Mónica- conocí a seres humanos únicos; a padres y madres de hijos que fueron asesinados y que, con una entereza increíble, siguen adelante con su vida y se prestan a ayudar a los heridos”.

La rehabilitación

En cierto modo, Mónica inició su presente actual desde que lo asumió y actuó en consecuencia: “Recoloqué mi vida porque tengo derecho a ser feliz”.

“Tuve que aprender a vivir de nuevo, pero me recoloqué porque tengo derecho a ser feliz”

Conoció a su actual marido en unas jornadas sobre terrorismo yihadista cuando ayudaba a una asociación de la que hoy día forma parte de su Junta Directiva. “Se puede decir que con la asociación empecé a cubrir un vacío que Héctor ha terminado de llenar”, concluye. Por motivos laborales, vive desde septiembre en Candelaria. “Me he encontrado con gente muy buena y estoy asombrada de cuánto me gusta la Isla. Otro día quedamos para un barraquito, ¿verdad?”, se despide sonriente por su guiño insular esta víctima del 11-M que sobrevivió a la barbarie.

Homenaje y recuerdo de las víctimas

El funeral en la catedral de la Almudena y el recuerdo en el Bosque de los Ausentes del Retiro serán los actos centrales del homenaje a las víctimas del atentado terrorista del 11 de marzo, que causaron la muerte de 191 personas y secuelas a más de 2.500.

En el décimo aniversario del mayor atentado terrorista de la historia de España, los reyes, acompañados por la princesa de Asturias y la infanta Elena, presidirán el funeral por las víctimas del 11-M que tendrá lugar a las diez de la mañana del mismo día en que ocurrió la masacre.

Al acto asistirán la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, y el presidente madrileño, Ignacio González, que han renunciado a organizar como es habitual sus respectivos actos de homenaje en el monumento a las víctimas en Atocha, el Ayuntamiento, y en la sede de la Comunidad de Madrid, el segundo. Mañana, la reina Sofía presidirá un concierto en memoria de las víctimas del terrorismo.