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LA ESQUINA >

Mujeres y mujeres РPor Claudio Andrada F̩lix

   

Que no nos vengan con el cuento de que todas las mujeres son iguales. Que no nos engañen. Que no, que no. Y menos en esta larguísima y oscura etapa de regreso a los años de la españolísima reserva espiritual de occidente, donde aquellos inexistentes derechos de las mujeres tendrían hoy su publicidad editorial en el Cásate y sé sumisa, que aplaude a rabiar la Conferencia Episcopal y que Gallardón (el que yo me pensaba que era el moderado del PP) apostilla con su entrometida Ley del Aborto. Que no nos engañen.

Las mujeres ni soportan del mismo modo el creciente desprecio institucional sobre sus derechos, ni mucho menos consiguen defenderlos de igual manera cuando otras hambres más inmediatas, las de sus familias, están por encima de sus derechos como personas. Como siempre, en definitiva, ¿o no? Cierto es que las gallardonadas son un ataque directo a algo que parecía que quedaba ya fuera de toda duda: las mujeres deciden sobre su cuerpo, y el que quiera defender tanto la maternidad y la vida que eche un vistazo a su alrededor, en cualquier barrio de las Islas, y comprenderá por qué no afecta de igual modo la crisis a las mujeres pobres que a las que tienen posibles. Los recortes castigan directamente a las más frágiles de la sociedad. ¿Dónde y en qué condiciones podrán ejercer su derecho a abortar estas mujeres? ¿Quién cuidará a sus familiares dependientes? Que no nos engañen.

Es por ello que los efectos perversos sobre la totalidad de las mujeres en esta involución no parecen repartirse por igual, ni mucho menos. Siempre han llegado muchísimo más tarde los derechos a las más desfavorecidas, aunque los impactos de este austericidio galopante golpean de inmediato a quien es desahuciada de su casa, pierde su precario empleo (valorada siempre por debajo de su compañero varón), peregrina ante las administraciones públicas, etc. Que no nos engañen.

En definitiva, no es lo mismo, y menos en estos días, ser mujer en un lugar u otro de la diferencia de clases. ¿No será necesario adecuar el mensaje de la lucha de las mujeres para que no se convierta una parte mayoritaria de ellas en meras espectadoras de unos objetivos que quedan, en estos momentos, a años luz de la inmensa explotación que sufren? Por cierto, ¡viva el 8 de Marzo!