Estamos viviendo no una época de cambios sino un cambio de época, y esto afecta también a la política en el sentido de cómo se ha ejercido el poder en relación con los ciudadanos. La crisis económica es sobre todo una crisis de valores y también una crisis de las instituciones que teóricamente debían velar para que determinados abusos de las grandes corporaciones no se produjeran en perjuicio de los ciudadanos. De eso se trataba, ese era el pacto no escrito al que se había llegado entre el capital y los trabajadores en Europa como alternativa al telón de acero. Era no un pacto entre derechas e izquierdas, era un pacto entre los de arriba y los de abajo. Pero la crisis económica, como cuando baja la marea, ha dejado al aire determinadas vergüenzas que ponen de manifiesto que ese pacto hacia tiempo que se había roto, y como siempre en perjuicio de los que menos tienen. Uno de los síntomas más claros de esto han sido las “puertas giratorias” entre la política y las grandes corporaciones. Como los de abajo elegían a representantes para que hicieran cumplir el pacto con las grandes corporaciones pero finalmente legislaban más pensando en su retiro personal que en los intereses de quienes les habían dado su confianza. Llegar al poder, privatizar un servicio público o un sector estratégico, colocarlo en manos de una multinacional, todo por nuestro bien, y terminar sentando en el consejo de administración de la empresa privatizada, o para la que se había legislado, es algo tan habitual que ha afectado a políticos de todos los partidos. El ejemplo del exconsejero de Sanidad del PP en Madrid, Juan José Güemes, ha sido alguno de los más sonados. De privatizador de los servicios clínicos de la sanidad de Madrid a ejecutivo de la empresa que se los adjudicó. Pero no es el único. José María Aznar en Endesa, Felipe González en Gas Natural son algunos de los ejemplos más duros de esta “puerta giratoria” pues bajo sus respectivos mandatos se tomaron decisiones que favorecieron los intereses de estas grandes corporaciones. ¿ Qué puede esperar un ciudadano de sus representantes que ha elegido para que hagan cumplir las normas del juego y que toman decisiones en contra del interés general y terminan sentados cómodamente en los consejos de administración de las grandes empresas ? Siempre en perjuicio de los de abajo. Existen también las “puertas giratorias” en el sentido contrario. Ejecutivos de grandes empresas que terminan en puestos de responsabilidad política en el sector del que proceden. Pero al menos esta es más sincera. Con las cartas boca arriba. Es muy difícil que los ciudadanos recuperen la confianza en la política si este fenómeno se sigue produciendo. Si la política en un sector estratégico y como regularlo en esa batalla entre la gran corporación y el ciudadano sigue estando condicionada al futuro personal de quien debe hacer de árbitro de la contienda. Existe una regulación que trata de impedirlas pero es insuficiente. Una rigurosa norma que lo haga completamente incompatible, incluso equiparando su incumplimiento con los delitos de corrupción, son la única solución para evitarlas.
Gustavo Matos es Secretario de Política Municipal del PSC-PSOE