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Solar – Por Pedro H. Murillo

   

La ciudad es una red extensa, hostil y amante, esquizofrénica y locuaz que nos inunda a cada paso. En Santa Cruz de Tenerife, gracias a la iniciativa privada y a la colaboración de muchos, se ha celebrado la magia de la urbe y su imbricación con el arte. A simple vista es sólo un solar de pequeñas dimensiones. Está situado en la calle Suárez Guerra número 15, y podría parecer que se trata sólo de un lugar de exposición de arte al aire libre; sin embargo, es mucho más. La responsable e ideóloga del proyecto Solar es Lola Bardel, y comisaría la segunda exposición temporal, De Manifiesto, Dalia de la Rosa, ambas historiadoras del arte. Los artistas, que han investigado acerca de la relación entre el espacio público y el cuerpo, privado, a través de muy diferentes lenguajes y técnicas, despliegan sus obras como una anécdota contundente, una gota inédita de creatividad en el gris de la ciudad. Así, la mirada se tropieza con la maraña caótica y certera de Laura Gherardi, viaja en un periplo epidérmico con Acaymo S. Cuesta y sortea el cuerpo estallado y la brutal sinceridad de Oliver Behrmann. Lo que hace a De Manifiesto algo excepcional es que ha sido financiado a través de microaportaciones económicas, de trabajo o de recursos de producción de esta muestra colectiva y que, a modo también de manifiesto no escrito, hacen valer su sensibilidad, su respeto por la iniciativa artística no convencional. Así, el arte, una vez más, consigue sortear dificultades, romper barreras, burlar a la norma; se reinventa, se analiza y lo vomita todo, de fuera adentro y de adentro a fuera, como siempre, como nunca. En el manifiesto, se nos invita a tropezarnos con este espacio interrumpiendo “el paseo urbano para ver nuestra propia imagen”: así, somos invitados a mirarnos en el espejo, a veces cóncavo a veces convexo, pero nunca plano, del arte. También hoy domingo, en una esquina de la ciudad de Santa Cruz, los ciudadanos hablan, toman la calle sin derribar muros, tan sólo trabajando en equipo, de forma solidaria y en rebeldía. Ojalá haya pronto más espacios como éste y más gente con talento y ganas de romper los convencionalismos en este pequeño rincón de la ultraperiferia, que ya no lo parece tanto. Resulta estimulante que propuestas como estas se ofrezcan de forma simple y gratuita como una invitación a la esperanza y una demostración clara de que en Canarias puede innovarse desde la autogestión y el entusiasmo. Frente a los recortes demoledores y el clientelismo secular que padecemos en el Archipiélago, un pequeño reducto, una esquina modesta nos ofrece un claro ejemplo de solidaridad y gusto artístico.

Ahora, tras la resaca de la salsa, el ruido de la vorágine del Carnaval, les recomiendo que se adentren en este solar, un espacio para deambular y vivirlo sin moderación.