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“Si te drogas, eres un potencial paciente psiquiátrico”

   
Auri Sanz. | FOTOS DE SERGIO MÉNDEZ Auri Sanz. | FOTOS DE SERGIO MÉNDEZ Auri Sanz. | FOTOS DE SERGIO MÉNDEZ Auri Sanz. | FOTOS DE SERGIO MÉNDEZ
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Auri Sanz. | FOTOS DE SERGIO MÉNDEZ

Por Verónica Martín

Auri Sanz se queja de que no sabe cómo colocarse el pelo ahora que lo tiene más corto. Siempre ha lucido una gran melena pero se rapó al cero porque su cuñada tuvo cáncer y quiso normalizar la caída del pelo ante sus sobrinos. Lo cuenta como si nada ocurriera. Como si ese tipo de cosas fueran lo normal. Ahora disfruta de su melena bob al tiempo que su cuñada ya está recuperada. Esa pequeña anécdota dice mucho de lo que es Auri Sanz. Una mujer que vive intensamente su profesión (sus dos profesiones) de atención a los demás. Es enfermera en el Servicio de Urgencias del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria y, al mismo tiempo, es la directora de enfermería de Clinique, un centro de medicina estética que ha abierto junto a su marido, el médico Germán Pérez Fajardo. Con lo delicada que aparenta, cuesta imaginarla metiéndose en un amasijo de hierros para salvar a un accidentado, pero ese es su día a día.

-¿Es fundamental la vocación para ser enfermera?
“Todas las enfermeras decimos que elegimos esta profesión porque nos gusta ayudar y cuidar a las personas. A mí me preocupan mucho las las personas pero, también, he de reconocer que cuando elegí estos estudios pensé en la salida laboral y en que fuera una profesión bonita”.

-¿El mundo real de la enfermería es muy distinto a lo que pensaba en ese entonces?
“El mundo de los pacientes reales es mucho más fuerte de lo que te imaginabas. A pesar del triaje, tienes que estar muy pendiente porque cuando tienes a 75 o 100 personas en urgencias a lo mejor la más callada y la que menos se queja es la que peor está y eso te puede dar más de un susto… Una enfermera clínica tiene que ser muy observadora y en Urgencias hay que ser muy responsable”.

-Desde fuera, mucha gente puede pensar que ustedes se han deshumanizado…
“Puede parecer eso porque cuando estamos trabajando en un servicio de urgencias tenemos tantas órdenes en la cabeza que para que no se nos olvide nada no nos podemos parar a hablar con las personas. Te pueden decir 10 cosas en 20 minutos y todas importantes. Estamos corriendo todo el rato”.

-¿Hay demasiada carga asistencial en los servicios públicos?
“Sí… hay demasiada carga para todo el personal…”.

-… Y eso repercute necesariamente en la calidad de la asistencia.
“Claro, la gente no solo necesita medicina sino que hablen un poco con ellos para poder descubrir otras cosas que puedan estar asociadas y no nos da tiempo”.

-¿Por qué se especializó en Urgencias?
“Me gusta lo inesperado, la acción. Es un servicio donde te pones a prueba en cada situación”.

-¿Qué porcentaje de la gente que llega a urgencia no debería estar ahí?
“Más del 60%. Hay gente que viene con un dolor fuerte un día a las cuatro de la mañana y nos cuenta que lleva meses sorportándolo, ¿por qué no ha ido a su médico antes? O vienen personas con una simple fiebre”.

-¿Se siguen usando las urgencias como la puerta de atrás de la sanidad pública?
“La gente se cree que va mejor estudiado en Urgencias que en Atención Primaria, pero lo único que hacen es perjudicar a otra persona que está peor y que a lo mejor lleva una hora más de espera de lo que debiera”.
-Eso es algo que lleva décadas denunciándose pero que no se soluciona…
“Se intenta dar educación sanitaria para que la próxima vez acudan al servicio correspondiente, pero la realidad es que se atiende a todo el mundo”.

-¿Llega mucha gente a Urgencias por imprudencias propias graves o por cosas absurdas?
“Muchas veces. Por ejemplo, nos vino una chica porque se había hecho las trenzas en el pelo y le dolía la cabeza. Otro vino porque se había hecho la cera en las axilas y tenía la zona enrojecida. Y lo peor es que si no les atiendes porque hay gente realmente grave, se enfadan y protestan”.

-¿Tenemos poca cultura sanitaria?
“Creo que sí”.

-Ahora está de moda cuidarse y hacer deporte, ¿se nota eso en una menor carga asistencial?
“Es una moda muy positiva. Ahora está mal visto el que fuma y el que bebe mucho. Eso se nota porque cada vez tenemos menos gente joven en los pasillos de medicina. Lo que sí abunda ahora son los pacientes psiquiátricos de treinta y pocos años como consecuencia de la ingesta de drogas en los años anteriores. Hay que tener claro que si te drogas, eres un potencial paciente psiquiátrico”.

-¿Cuáles son las salidas más importantes con la ambulancia?
“Las paradas cardiovasculares son las más graves porque tienes intentar recuperar a la persona. En ese sentido, vemos muchos jóvenes de menos de 40 años con estos problemas debido a los malos hábitos de vida”.

-¿Es el momento más estresante de su trabajo?
“Los accidentes son los peores momentos porque te subes a la ambulancia y no sabes a dónde vas. No sabes si te tienes que meter en un barranco o en un coche accidentado para salvar a alguien… Además, son momentos en los que te sientes muy observada porque estás en la vía pública y mucha gente intenta ayudar aunque en realidad no lo hace”.

-¿Le ocurre que cuando termina todo se pregunta cómo fue capaz de hacerlo?
“Sí, porque la adrenalina sube mucho. En esas situaciones reales es donde realmente aprendes. Cuando termina la jornada autoanalizo mis movimientos y mi acción”.

-¿Qué es lo que más le afecta?
“Los niños y más desde que soy madre. Duele mucho. Me ha pasado ver fallecer una niña de forma fulminante por una enfermedad grave y pasarme horas llorando luego… Lo de deshumanizados es una impresión que podemos dar pero nosotros nos preocupamos mucho por la gente. La pena es que en urgencias le solemos perder la pista a nuestros pacientes. El bizcochón se lo llevan al personal de planta y no a nosotros que, muchas veces, somos los que les salvamos la vida. Debido a la situación, nos vienen más las quejas que los agradecimientos. Por eso valoramos mucho cuando un paciente o un familiar nos manda una carta dándonos las gracias”.

-Es más desagradecido…
“En ese sentido, sí. La gente llega inconsciente y ni te ve… es normal”.

-Otra faceta importante de su vida es el deporte, ¿lo usa como manera de desestresarse?
“No soy una deportista de alto nivel sino, simplemente, soy una persona que hace deporte. De jovencita hacía atletismo y fútbol sala femenino… Es muy importante estar bien físicamente y me sirve para descargar porque es un trabajo con mucho estrés acumulado. Vives en un conflicto constante. El deporte me da energía y vitalidad y cuando estoy un tiempo sin hacer ejercicio lo noto”.

-Además de esta parte de su profesión, tiene una faceta emprendedora porque ha montado un centro médico estético bajo el nombre de Clinique. ¿Por qué?
“Estudie técnico superior en estética primero. Empecé a hacer micropigmentaciones y luego, estudié la diplomatura de Enfermería a la vez que compaginaba mi trabajo de estética con el que me pagaba mis estudios y mi hipoteca. Cuando terminé los estudios, pensaba que me iba a sentir plenamente realizada como enfermera pero, con el tiempo, sentía que me faltaba algo. Nunca me había desvinculado del mundo de la estética y como mi marido es médico, hablamos de la posibilidad de montar este negocio. Seguimos formándonos y abrimos Clinique”.

-Pero es todo lo contrario a lo que ustedes viven en su día a día…
“Es más gratificante porque aquí la gente viene más contenta y feliz. La medicina estética también es importante. Tiene un peso psicológico fundamental. Cuando la gente se ve bien y consigue solucionar un problema que le preocupa, aborda la vida de otra manera, es más feliz”.

-Sin embargo…. ¿es algo trivial?
“No. En absoluto. Me apasiona porque es medicina y porque es estética. El concepto que nosotros queremos dar es que con tratamientos mínimos, el resultado es máximo. No queremos que la gente cambie sino que mejore, que la persona sea la que decida lo que quiere cambiar… Solo vamos a arreglar lo que el paciente quiera. Es importante que se entiende que se trata de medicina. Tratamos a niños con angioma en la cara, o las típicas manchas llamadas de vino de Oporto que se pueden quitar; también solucionamos una cicatriz que duela mucho y que tenga retracción… y hacemos los últimos tratamientos de belleza, claro”.

-¿Ha habido muchas malas prácticas en este sector?
“Sí, hay mucha gente que viene aquí con labios fijos que no los puede quitar y ni siquiera saben qué tipo de prótesis le pusieron. La gente tiene que informarse de lo que se hace. Nosotros solo ponemos sustancias readsorbibles. Como somos médicos y enfermera, garantizamos que vamos a responder ante cualquier problema”.

-¿Toda intervención puede tener consecuencias graves?
“Hasta una simple dieta te puede afectar para el resto de tu vida. Hay gente tomando anabolizantes que termina con tumores. Es importante acudir a personal especializado. La gente viene a pedir dieta y se sorprenden de que no les mandemos pastillas. El 90% de estar sano es la alimentación. Todo es la comida. Nosotros lo que más hacemos es motivar a la gente. Cuando mis pacientes pierden peso es como si lo perdiera yo”.