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Traición conciudadana – Por Sergio García de la Cruz

   

Decía Winston Churchill que una nación que intente prosperar a base de impuestos es como un hombre con los pies en un cubo tratando de levantarse tirando del asa. Cierto es que los Tributos son una esencia de toda sociedad, sin ellos no tendríamos una buena educación, un servicio sanitario de calidad o unos servicios sociales. La Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 ya dejaba constancia de lo indispensable que eran y de que su pago debía repartirse entre los ciudadanos de forma proporcional a su riqueza. Pero, nosotros los ciudadanos, los que pagamos nuestros impuestos, nos preguntamos a dónde va nuestro dinero.

Actualmente el sistema, no solo en España, sino que en la mayoría de los países, funciona de tal manera que la mayor contribución al sostenimiento de un país lo realiza la clase trabajadora. Las grandes fortunas están gestionadas por empresas que se dedican a hacer circular el dinero de sus clientes alrededor del mundo con el fin de no pagar impuestos, o al menos reducirlos a un mínimo bastante considerable. Artistas famosos recorren el mundo luchando contra el hambre o las enfermedades, mientras que la realidad es que desarrollan sus negocios en lugares como las Antillas, donde pagan un pequeño impuesto en torno al uno por ciento muy alejado de los parámetros internacionales. La ONU necesita cincuenta mil millones de euros durante cinco años para erradicar la pobreza en el mundo, esta cantidad es el 0,5 % del dinero evadido a paraísos fiscales.

Existen unos setenta y cinco paraísos fiscales en todo el mundo. Cada euro que dejan de pagar estos ricos se convierte en un euro más que tiene que pagar el ciudadano medio. La lucha contra el fraude se endurece, pero al final quien único paga las consecuencias de ello somos nosotros, el ciudadano medio. El fraude no puede seguir siendo la excusa para el recorte progresivo de nuestros derechos como contribuyentes, atacan al Estado de Derecho, y como contraposición el Gobierno actual se saca de la manga un ‘premio’ para los que hayan defraudado, una nueva inconstitucionalidad de las ya habituales en las últimas legislaturas: la amnistía fiscal, algo éticamente impresentable.

La economía sumergida en España se cifra en un 25 % del PIB, si lográramos reducirla al 10 % recaudaríamos lo suficiente para cubrir gran parte del déficit público. Ahora bien, por qué se produce esa fuga de dinero; ¿ambición?, ¿competitividad? o ¿carga excesiva de impuestos?, creo que es una combinación de las tres. De cualquier manera, lo que es evidente es que se está perdiendo el sentido de pertenencia a la sociedad, donde cada ciudadano debe aportar su granito de arena de esa manera se asegura un buen funcionamiento de ésta, pero, la gente sabe que las cosas ya no funcionan así, los más ricos eluden las leyes y surge la imitación. La confianza en las leyes y el respeto a nuestro sistema tributario se va perdiendo y entonces resulta más complicado garantizar los servicios públicos que por supuesto no queremos perder, pero, tampoco pagar por ellos ya que sabemos que ciertas personas no lo hacen o que otras lo malgastan.

www.sergiogarcíadelacruz.com