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El Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) ratifica las máximas penas para los parricidas de Vistabella

   
Ponce el Curandero,

Ponce ‘el Curandero’, durante el juicio del pasado octubre. / JAVIER GANIVET

TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife

El Tribunal Superior de Justicia de Canarias ha desestimado los recursos presentados contra la sentencia condenatoria dictada en su día por la Audiencia provincial de Santa Cruz de Tenerife contra los llamados parricidas de Vistabella. Salvo que se eleve un recurso de casación ante el Tribunal Supremo (con la complejidad procesal que implica siquiera su admisión, dado lo restrictivo de las condiciones exigidas para ello), esta sentencia pone punto y final a uno de los crímenes que más impacto ha causado en la opinión pública canaria durante este siglo.

Esta decisión del TSJC, que ha sido comunicada a las partes en días pasados, supone la ratificación de la pena impuesta en su día a Sonia y Ponce el Curandero por el asesinato de sus propios hijos, Tindaya (11 años) y Joseba (5), horrendo suceso acaecido el 9 de diciembre de 2011 y descubierto por las autoridades al martes siguiente.

Juicio parricidio Vistabella Sonia

Sonia, en una de las últimas sesiones. / F. PALLERO

Dicha pena privativa de libertad es la máxima que se les podía imponer dadas las circunstancias del caso y suman veinte años por cada asesinato, por lo que el total impuesto a Sonia y Ponce es de 40 años de prisión para cada uno. El TSJC también ha ratificado los 300.000 euros con que cada uno debe indemnizar al padre de Tindaya, hija de un matrimonio anterior de Sonia.

Este doble crimen fue el fruto de un pacto asesino gestado desde que en 2003 la pareja se conoció cuando ambos estaban ingresados en la Unidad Psiquiátrica del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria.

Como ya relató este periódico, “en ejecución de este plan, en la mañana del 9 de diciembre de 2011, ambos acusados decidieron y concertaron acabar con la vida de los dos niños para lo cual la acusada le indicó a su hija Tindaya que se fuera a la cama de la pareja, una vez allí se tumbó sobre ella y de manera sorpresiva e inesperada hasta tal punto que le imposibilitó su defensa, le colocó una almohada sobre la cara apretándosela fuertemente para impedir que respirase, manteniendo esta posición hasta que notó que la niña no se movía”.

“El acusado mientras tanto -prosigue la relación de hechos probados recogida en la sentencia- se mantenía en el salón de la vivienda (que tiene comunicación directa con el dormitorio) comprobando que se estaba cumpliendo con el plan”.

“Posteriormente -continúa el relato- la acusada Sonia Aurelia se desplazó a la habitación donde se encontraba Joseba, siendo Ponce consciente de que la intención de la acusada era darle muerte, colocándole, de manera sorpresiva e inesperada hasta tal punto que le imposibilitó su defensa, una almohada sobre la cara hasta que dejó de moverse, tras lo cual Sonia trasladó el cadáver de Joseba al dormitorio de la pareja junto al de su hermana”.