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Viaje a un sondeo en aguas profundas

   
Infografía de Alfredo Matute

Infografía de Alfredo Matute

VICENTE PÉREZ | Santa Cruz de Tenerife

Buscar petróleo frente a Canarias, como pretende Repsol, obligaría a aplicarse a fondo. Los sondeos, pendientes de autorización medioambiental, a más de 50 kilómetros de Lanzarote y Fuerteventura requieren de una moderna tecnología, puesto que se tendría que taladrar en un lecho oceánico que se encuentra a entre 850 y 1.100 metros de la superficie. La intención del consorcio petrolero que lidera esta empresa es horadar entre 2.000 y 3.000 metros desde el fondo marino hacia las entrañadas del planeta.

El mecanismo necesario para esta labor consistiría en una gigantesca obra de ingeniería que comenzaría en un barco plataforma y terminaría en la cabeza de un taladro que alcanzaría capas de rocas y sedimentos a 3.500 metros aproximadamente de la superficie del gran azul.

DIARIO DE AVISOS ha consultado al geólogo tinerfeño experto en hidrocarburos Antonio Afonso sobre cómo se hace un sondeo de estas características. Este reportaje es el resultado de las explicaciones de este experto que ha participado durante tres décadas en proyectos de exploración de este recurso para las principales multinacionales del sector, incluida Repsol.

El barco que se usa para estos casos, capaz de resistir grandes olas, mantiene su estabilidad y posición mediante un sistema DP, de posicionamiento dinámico, valiéndose de hélices direccionales -entre seis y ocho- que, con posicionamiento por GPS, se accionan en función del oleaje y de las corrientes.

La embarcación va provista de una gran torre de perforación con amortiguadores que, aunque el barco suba o baje por el oleaje, permiten mantener una presión constante sobre el tricono o cabeza perforadora. El tubo exterior se llama raiser, que va desde el barco hasta la cabeza del pozo, en el fondo marino. Cuando las olas superan los cinco metros en alta mar, se suele parar la perforación.

El conducto se compone de dos secciones: una tubería interior, dentro del raiser, que va girando, y en cuyo final se coloca la cabeza de perforación formada por un tricono fabricado con aceros especiales. En el conducto se inyecta a presión un lodo especial que actúa de refrigerante y que, tras llegar al fondo del sondeo, asciende por la otra sección exterior hasta el barco acarreando el material que se va extrayendo. El lodo, que se fabrica y se almacena en la propia embarcación, está constituido de agua salada, bentonitas (un tipo de arcilla), barita para darle peso y algunos productos químicos. Parte de este líquido, a medida que se perfora, se pega a la pared del pozo, a modo de gunitado, para asegurar las paredes y además consigue evitar que asciendan gas o petróleo, porque la densidad del lodo es superior a la presión hidrostática. Todo este sistema es totalmente cerrado y sin oxígeno, lo que impide además una eventual combustión de hidrocarburos.

Modernas tecnologías
Barco para prospecciones. Está dotado con tecnologías e instrumentos que le permiten mantenerse en una misma posición pese al oleaje. El sondeo solo se suspende en caso de una gran mar de fondo.

En busca de la roca almacén. La perforación prevista frente a las Islas se hará en una cuenca sedimentaria con rocas de más de 160 millones de años.

Un sistema cerrado y sin oxígeno. El conducto del sondeo se refrigera mediante un lodo especial que además extrae el material perforado y cimenta el pozo.

Para iniciar la perforación, el raiser se acopla a la llamada cabeza de pozo (en inglés BOP, siglas de blow out preventer) que se ancla, cementándola, al fondo oceánico. En esta parte se encuentran cuatro válvulas de seguridad: tres para distintas presiones a entre 3.000 y 15.000 PCI -libras por pulgada- y una cuarta a gran presión, a modo de cuchillas, que cortarían la conducción si fuera necesario evitar un accidente grave.

La perforación se haría en la cuenca sedimentaria del margen oeste de África, en suelo de arcilla, calizas y arena. En esas capas ha podido quedar atrapado el petróleo, que es resultado de la transformación química de seres muertos, sobre todo plancton acumulado en condiciones anaeróbicas. Existen dos tipos de roca madre en esa zona: una del Jurásico Inferior (de una edad de 160 millones de años; frente a los 20 millones que tiene Fuerteventura y los 3 de EL Hierro), y otra del Cretácico Superior. En Tarfaya (Marruecos), en superficie, esta roca llega a producir 160 litros de petróleo por tonelada, y aun así no es rentable su explotación por el coste de la energía precisa para su transformación por calor.

A la profundidad en la que se espera dar con hidrocarburos, la temperatura suele estar a 100 grados (el gradiente geotérmico normal aumenta de 3,3 grados cada 100 metros). La presión y el calor hacen ascender el petróleo desde la roca madre donde se genera este recurso hacia la roca almacén, donde queda atrapado entre sus poros, siempre que el crudo esté cubierto por sedimentos impermeables, que impiden que llegue a la superficie.

La cabeza del pozo tiene 34 pulgadas de diámetro, con un entubado de 30 pulgadas hasta 100 o 200 metros de profundidad (una cota en la que se encuentra una capa blanda de fangos consolidados). En este punto se introducen unos equipos de registro (LOG o diagrafía) para verificar que el pozo esté bien cementado en el terreno. Dentro va la tubería de perforación, con el taladro, y se empieza a perforar, con un diámetro de sondeo que, en su primera sección, mide 32 pulgadas, y un tubo interior de 30. Esta proporción va disminuyendo a 22-20 (a 400 metros de perforación), luego 15-13,3 pulgadas; a continuación la sección se reduce a 15 pulgadas con tubo interior de 13,3 pulgadas, antes de alcanzar el objetivo. Esta reducción se hace para alcanzar mayor profundidad, de modo que al final el entubado se acorta a 11 pulgadas para colocar uno último de 9,5 (una pulgada equivale a 2,4 centímetros).

La meta de esta horadación es dar con una roca porosa y permeable, impregnada en petróleo o gas, para que los hidrocarburos puedan fluir. La cantidad que fluya determinará su interés comercial o no. Para ello se acometerían luego las pruebas de producción, atravesando la roca almacén a lo largo de la zona de producción. Con tal fin se coloca un tapón dentro del pozo debajo de la roca almacén y otro por encima, para que el petróleo fluya por esa tubería que va a superficie, donde se quemaría. Se determinaría así el ritmo de producción y si el yacimiento es o no rentable. En este caso probablemente se necesitarían otros sondeos de evaluación para decidir su explotación comercial.