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... y no es broma>

‘The Walking Guiris’ – Por Conrado Flores

   

Diario de Avisos publicó hace poco más de una semana que, según la Autoridad Portuaria, el puerto de Santa Cruz de Tenerife recibirá en el mes de abril un total de 51.850 cruceristas y 17.650 tripulantes. Si esto es así, y parece que va a más, Santa Cruz debería ser un hervidero comercial de lunes a domingo, con gente yendo y viniendo por sus principales calles en busca de prendas, tecnología, regalos o restaurantes.

Pero no es así. No hace tanto que el casco histórico de Santa Cruz de Tenerife fue declarado Zona de Interés Turístico por parte de la Consejería de Empleo, Industria y Comercio del Gobierno de Canarias. Dicha resolución daba luz verde a la apertura de los comercios, zonas de ocio y restaurantes fuera del régimen general de horarios comerciales de la capital tinerfeña. ¿Por qué entonces a partir del sábado desde la hora del almuerzo y hasta la mañana del lunes Santa Cruz parece el escenario de una película de zombis?

Lo ignoro. Yo, como muchos otros vecinos de la ciudad, no suelo ir al casco los fines de semana y cuando lo he hecho me ha sorprendido ver a esos cientos de extranjeros vagando por las calles como almas en pena. Son los Walking Guiris. Supongo que esta auténtica invasión de compradores potenciales no será rentable para los comerciantes porque si no el asunto carece de explicación.

No he investigado sobre el tema, supongo que eso no ocurre por casualidad. En cambio, lo que sí he hecho es viajar. Y lo que he visto en otras muchas ciudades turísticas de diferentes continentes es a una multitud de personas llenándolas de vida los siete días de la semana. Esa vida la estimulan los diferentes tipos de locales de restauración y esa gente, antes y después de comer puede quedarse en esas mismas calles o, como ocurre en Santa Cruz, huir para otro lado.

Además, la cultura culinaria y su transmisión dentro de la familia de una generación a otra se está perdiendo y la gente quiere salir de casa. ÎamPuede que tengamos que felicitarnos por la inminente llegada de miles de turistas a hacer senderismo por la capital cuando tienen sitios mejores como el monte de Las Mercedes o Anaga. Y después pensar qué está convirtiendo a esta ciudad en un cementerio.