Ya no quedan jesuitas en Tenerife, pero para siempre estará la figura de Anchieta recordando la presencia de estos hombres extraordinarios en la isla. Ahora está en los altares, el santo que ya lo era al menos para Brasil. La sensibilidad del primer papa del continente americano, Francisco, ha sido la causa de esta canonización. De Anchieta conocimos en Canarias mucho más gracias, en gran parte, a la tarea de investigación histórica de otro jesuita que vivió durante mucho tiempo en Tenerife y que fue párroco de la iglesia santacrucera de La Concepción, después de la marcha del añorado Miguel Ángel Moore. Me refiero a Julián Escribano Garrido, que hizo aquella obra monumental, Los jesuitas y Canarias 1566-1767, autor también de un trabajo más pequeño, pero rico en contenido como fue El beato padre José de Anchieta, junto con otras publicaciones en revistas especializadas sobre el ahora santo. Es una pena que los jesuitas hayan dejado Tenerife, cuyo paso marcó una huella imborrable.
Nombres como el de Luis María Eguiráun, cuyos restos reposan en el templo matriz de Santa Cruz de Tenerife; el padre Laraña, todo carácter, a la vez que pura sensibilidad hacia los más necesitados, dejando en herencia la asociación que lleva su nombre; Manuel Segura, que pese a su enorme sencillez era probablemente uno de los jesuitas más preclaros de España, y que realizó una intensa labor en la Universidad de La Laguna; la simpatía de Luciano Gil Japón; la humildad del padre Tirado; la cercanía de Manuel Rodríguez Corvo, gran entendido en fútbol; el empuje de Pedro Cambreleng, y la bondad personificada del hermano Isidro. Una vez que el obispado decidió que abandonaran el templo de La Concepción, se retiraron a un pequeño piso en el barrio de Salamanca, donde continuaron con su labor pastoral. Hasta que, definitivamente, dejaron la isla.
El actual superior de los jesuitas en España, Francisco José Ruiz Pérez, que también vivió a finales de los ochenta en esta comunidad de Tenerife, coincidiendo con la estancia de Lucas López, actual director general de la Fundación Ecca, hablaba a propósito de la canonización de Anchieta que lo importante para el presente de este santo no es tanto su cuna o su procedencia, sino el mensaje de diálogo, apertura y trabajo en favor de los más necesitados que nos ha legado. Toda una enseñanza para nuestros días.