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El acero se apodera de Martiánez

   

GABRIELA GULESSERIAN | Puerto de la Cruz

La malla metálica brilla más cuando cae el sol sobre la ladera. | FRAN PALLERO

La malla metálica brilla más cuando cae el sol sobre la ladera. | FRAN PALLERO

El acero se ha apoderado de los acantilados de la ladera de Martiánez, una afirmación que puede comprobarse a simple vista y que se hace todavía más notoria cuando cae el sol porque la malla metálica que se ha colocado brilla con mayor fuerza.

Esta intervención, que en principio era de urgencia y tiene como objetivo la estabilización de los taludes y poner freno a los desprendimientos ante la denuncia de la comunidad de vecinos del edificio aledaño, supone un gran impacto. “Las placas cuadradas, que pesan cerca de un kilo cada una y ayudan a fijar una especie de tornillos gigantes de más de un metro, están siendo clavadas en la roca para fijar el mallado”, advierte la plataforma ciudadana Recuperación para la Ladera de Martiánez.

Según el colectivo, esto supone un gran atentado “contra la naturaleza, contra el paisaje y contra el patrimonio”, declaran sus integrantes. Y además, hace impracticable los caminos y el uso de la ladera y está provocando la desaparición de la vegetación, sin tener en cuenta especies protegidas como cardones y tabaibas. Tampoco el patrimonio arqueológico sale bien parado, y prueba de ello es que la antigua gañanía fue destruida, pese a que años atrás se proyectaba como sede de un museo etnográfico en el que conservar, mostrar e interpretar los usos y costumbres de los antepasados en esta zona.

Confirmación
Desde la Corporación insular confirmaron a este periódico que la malla metálica es definitiva y por eso, desde el área de Patrimonio del Cabildo de Tenerife, responsable de ejecutar esta actuación, se estudia un plan de embellecimiento para disminuir el impacto visual.

“Nos quejábamos de las manchas blancas de magnesio que dejaban los escaladores pero esto es mucho peor”, sostienen desde la Plataforma, y requieren al citado departamento insular que detenga a tiempo la obra para evitar más daños irreparables.

Sobre todo, añaden, “porque las piedras al precipitarse desde cierta altura adquieren velocidad y una trayectoria concreta que difícilmente podrá detener esta malla”. Además, recuerdan que unos meses atrás, en la única reunión que mantuvieron en el Ayuntamiento portuense con el encargado de esta área de la Corporación insular, José Carlos Cabrera, en la que además participaron el concejal de Urbanismo, Sebastián Ledesma; la directora del Museo Arqueológico de Puerto de la Cruz, Juana Hernández, y representantes de los grupos de la oposición, este prometió que la malla iba a ser reversible y no definitiva, “cosa que no es cierto”.

La ladera de Martiánez es uno de los pocos espacios naturales con los que cuenta el municipio de Puerto de la Cruz, además de ser una zona arqueológica declarada Bien de Interés Cultural (BIC). Incluso, sus 45 metros de altura inspiraron un relato de la escritora Agatha Christie.

Se configura en una sucesión de estratos geológicos de diferentes materiales volcánicos, una unidad natural que encierra importantes valores ecológicos, patrimoniales, históricos, etnográficos y arqueológicos “que deben ser respetados en su totalidad”, insiste la Plataforma.