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Multas de Proteu – Por Miguel Tejera

   

El Ayuntamiento de Santa Cruz ha creado un grupo de trabajo, llamado Proteu, formado por una veintena de funcionarios, que en la calle y desde las oficinas están persiguiendo y multando a los ciudadanos que manifiestan conductas incívicas en los espacios públicos. Nada que objetar al respecto. Aunque habrá que matizar algunas cosillas. En los tiempos de las vacas gordas, cuando los ayuntamientos y cualquiera otra Administración pública derrochaban los impuestos a trote y moche, ejecutando obras faraónicas de dudosa utilidad. O cuando nadie sentía la más mínima preocupación por las políticas sociales, porque todo quisque vivía en la abundancia y nadie se preocupaba por el futuro…, tampoco hubo regidores de la cosa pública que fomentaran la educación cívica o crearan grupos de funcionarios como Proteu, encargados de sancionar a los infractores. Ergo, si ahora que no hay un duro, se crean tales grupos, muchísima gente, con la mosca tras la oreja, puede pensar que no se trata de educar al personal para lograr como objetivo la mejor higiene urbana, sino que, lo que hay, es un afán recaudatorio de tomo y lomo. Y claro, la cosa no debería ir por ahí. Porque los vecinos de todos los ayuntamientos isleños están, estamos demasiado fastidiados con la crisis, como para que, de buenas a primeras, nos claven los bolsillos por un quítame allá esas pajas. Que hay gente muy guarra, lo sabemos todos. Que hay que meterles un viaje en forma de sanción a quienes no recogen la caquita de sus perros, orinan o defecan en los espacios públicos, tiran colillas al suelo, escupen poniendo las aceras y calles que dan penita verlas, fantástico. Pero sin pasarse. Quiero decir que está bien que se prohíba lavar coches en la calle, o que se repare los automóviles sobre el asfalto. Pero, ojo, que a cualquiera se le pueda agotar una batería o romper una correa del ventilador, sin que ello sea motivo de persecución. Lo mismo sucede con el horario para arrojar las basuras. Hay gente que trabaja en la franja en la que se supone que pasan los camiones y no puede cumplir con la norma. Además, para multar a un vecino por tirar la basura en el contenedor correcto, aunque sea fuera de hora, habría que empezar, primero, por cumplir con el vaciado de tales recipientes, muchas veces rebosantes de toda clase de residuos urbanos, durante días, sin que pasen a vaciarlos y/o a lavarlos los de la empresa correspondiente. Yo sigo creyendo que estas cuestiones deben ser resueltas con paciencia y mucha calma, pero con ahínco, en el marco de mesas redondas alrededor de las cuales tomen asientos padres, alumnos, profesores y especialistas. Si hubiéramos trabajado a fondo en este campo hace veinte o treinta años, otro gallo nos cantaría. En la mayor parte de las grandes ciudades europeas no hace falta ningún Proteu. La gente está tan concienzada desde chiquitita que da gusto pasear por sus calles y parques. No necesito referirme a Suiza, paradigma universal del civismo urbano. Cualquier ciudad británica, francesa o alemana nos serviría de ejemplo. Donostia en España o Coimbra en Portugal, tres cuartos de lo mismo. Desgraciadamente, cuanto más al sur, la cosa cambia. A peor.