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Parapente: el turismo multiplica las incidencias

   
Alejandro, en el momento de ser rescatado el pasado viernes en la Punta del Hidalgo. / FRAN PALLERO

Alejandro, en el momento de ser rescatado el pasado viernes en la Punta del Hidalgo. / FRAN PALLERO

TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife

Justo tuvo que ser un inesperado cambio de viento que sorprendió a un deportista bregado que volaba en casa el que devolviera al parapente a la actualidad de la página de Sucesos.

Alejandro, vecino de la lagunera Punta del Hidalgo y experto parapentista, pasó tres horas y media colgado de unos cables de alta tensión a los que se aferraba con brazos y piernas a la espera de que se recurriera a una grúa de cincuenta metros de altura propiedad de la empresa Boni.

Su accidente fue recogido por las televisiones a nivel nacional, y ha vuelto a relucir el dato de que el parapente se encuentra entre las actividades más sancionadas por el Gobierno de Canarias en cuanto al cobro de su tasa por rescates originados en imprudencias.

Tal estadística es real, pero basta con repasar los expedientes abiertos por la Dirección General de Seguridad y Emergencias de la Comunidad Autónoma para comprobar que la gran mayoría de los incidentes causados por parapentistas están protagonizados por turistas. La clave pasa por un vacío legal que debe cubrir Aviación Civil.
Como ya explicó en su día Guillermo de Armas, vicepresidente de la Comisión Técnica de la federación: “Mientras que en Centroeuropa la normativa detalla por dónde puedes lanzarte según el nivel que tienes, aquí vienen aprovechando el clima y se lanzan por sitios complicados cuando apenas han hecho un curso; desconocen los riesgos de la ruta, escogen las horas del mediodía, que son las peores, y así”.

Justo lo contrario del caso de Alejandro, que ha volado sobre la ladera de la Punta del Hidalgo en medio centenar de ocasiones y es un reconocido especialista al que traicionó una ráfaga de viento que casi le cuesta la vida.

Sin embargo, durante los meses de invierno no son pocos los visitantes que sufren graves lesiones y, en ocasiones lamentables, hasta pierden la vida. La solución para evitarlo es una normativa específica y guías homologados: “Los turistas están convencidos que las islas son como una ciudad sin ley donde pueden hacer lo que les venga en gana para cobrar a estos pobres ignorantes, que fiados del guía, despegan en lugares y condiciones que no están acorde con su nivel, entrando en problemas que no son capaces de resolver”, denunciaba David Hernández, otro especialista tinerfeño.
Lo cierto es que el Gobierno de canarias abrirá expediente a Alejandro ya que basta con que el siniestro se haya producido con el parapente, sin que cuente o no que no sea fruto de la imprudencia. Para ello, los isleños cuentan con seguros federativos, tal y como ocurre en otras prácticas deportivas de riesgo como los deportes náuticos, hípica y similares.
¿Y Alejandro seguirá volando en parapente? No habían pasado 24 horas del accidente cuando respondió: “Seguro”.

Sendero que abrió un jinete

Desde que el Gobierno de Canarias aprobó una tasa por rescates generados en imprudencias y/o negligencias, allá a inicios de 2012, muchos eran los candidatos para el pago. Ello se debía a la amplísima lista de actividades de riesgo que, sólo por ejercerlas, ya se incluía en la normativa. Sin embargo, el primero que pagó no fue un practicante del senderismo o del parapente, que son las principales causas de los expedientes abiertos por este motivo junto a los deportes náuticos, sino un jinete. Fue el caso de un español de 50 años que resultó herido de gravedad tras caerse con su caballo desde una altura de 20 metros en Gran Canaria, concretamente en el barrio de la Hoya, ubicado en la zona de Camaretas y dentro del término municipal de San Mateo. Sufrió un traumatismo en espalda de carácter grave, y acabó pagando 4.172 euros.