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Política y mercados – Por Claudio Andrada Félix

   

Desde que comenzó esta crisis que todo lo inunda, poco a poco hemos visto cómo los que tienen poco o nada siguen perdiendo día tras día, mientras que los más ricos, en lugar de verse afectados, lo son aún más en medio de esta situación que ha ido arrinconando a millones de familias. Es lo que la presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI) llama el “reajuste” de los mercados, tratando a países enteros como sus particulares fincas de experimentos maquiavélicos. Hace pocos días, Christine Lagarde, presidenta del FMI, sostenía públicamente, sin que se le cayera la cara de vergüenza, que es necesario bajar las pensiones por el riesgo (¿?) de que la población viva más. Lo dice ella, que se embolsa más de 20.000 euros al mes (lo que se sabe) por tocarle los ovarios y lo que no son los ovarios a los ciudadanos de aquellos países donde, precisamente los mercados, han agujereado la sostenibilidad de sus economías y sistemas financieros a base de especulación pura y dura. Son esos mismos mercados que parecen no tener rostro y que someten a la miseria y a la destrucción del estado del bienestar a países enteros sin despeinarse. Los mismos que claman por la libertad de comercio internacional y que cuando estalla la burbuja de la especulación recurren a los recortes de los más mínimos derechos sociales de la población mientras que ellos multiplican “hasta el infinito y más allá” sus ganancias, a costa precisamente de empobrecer y endeudar hasta la miseria a generaciones enteras de ciudadanos de todos los países.

Por ello, las elecciones de los representantes políticos son el único freno que puede o debería poner en su sitio a los mercados y su devastadora glotonería, que no es malo recordar que no han sido elegidos por nadie. Es precisamente la política, la única forma en que la sociedad civil puede decir basta. Eso sí, necesitamos para ello que nuestros elegidos tengan al menos compromiso, valentía y veracidad. Pero para ello es preciso también el compromiso de la constante vigilancia a través de fórmulas de participación ciudadana. No podemos conformarnos con votar cada cuatro años y que luego hagan o incumplan nuestros representantes lo que les dé la gana. No. No podemos permitir que la fiesta de la democracia se convierta en el festín de unos pocos. Debemos aspirar a que la representación política regule y ponga cortapisas a quienes hablan de cifras y no de personas y familias; a quienes les importa nada el empobrecimiento y el hambre; a quienes les pagamos con el sudor y nuestra miseria sus excesos especulativos. El próximo domingo tenemos la oportunidad de cambiar a los mentirosos por gente honesta. De nuestros votos depende el futuro; de nuestro compromiso, cambiar de rumbo el presente de nuestra tierra canaria.
claudioandrada1959@gmail.com