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“Pues ponme otra caña”

   
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FOTOS FRAN PALLERO

JUAN S. SÁNCHEZ | Santa Cruz de Tenerife

No hay nada mejor que un clásico de rivalidad canaria para activar reuniones, para juntarse en un bar frente a una pantalla, en definitiva, para disfrutar de un acontecimiento que empieza en lo deportivo y termina en el social. El de ayer no fue un derbi más. Fue uno en el que se decidían muchas cosas y por eso los aficionados blanquiazules se refugiaron en la confianza de sus amistades para poder vivirlo.

En la primera mitad los asientos no tuvieron tiempo de entrar en calor. Fueron tantos uyyyyyy por parte blanquiazul que la parroquia tinerfeña estuvo casi más tiempo en pie que sentada. “Ya teníamos que ir ganando”, resumía uno de ellos después de los primeros 45 minutos en los que el Tenerife, simplemente, fue mejor. Los camareros, muchos de ellos ataviados con la elástica blanquiazul, entraron en acción entonces.

Caña va, caña viene, tras el tiempo de repostaje y algún cambio de canal para ver Eurovisión llegó la segunda parte y con ella… otra vez a brincar. Y entre brinco y brinco y patada y patada, eso sí, dentro del campo, se iba el tiempo y surgían los pitonisos. “Estos nos van a marcar a última hora”. Y los pronósticos de la Bruja Lola se cumplieron. Gol de Las Palmas… “pues ponme otra caña”. Y así, entre caña y caña, los blanquiazules endulzaron la derrota más amarga.

El Benjamín, sucursal amarilla

El bar Benjamín, en la lagunera calle de Heraclio Sánchez, volvió a convertirse en el punto de encuentro de los aficionados amarillos residentes en la Isla. Con mayoría de estudiantes y la compañía de algún blanquiazul infiltrado, en el Benjamín se sufrió durante buena parte del primer tiempo. “Chacho, chacho, que nos están pintando y a ver quién sale de aquí cuando acabe el partido”, significaba un estudiante de Psicología que apelaba a esa ciencia y a la Virgen del Pino para mantener la calma. Y, precisamente, la Virgen del Pino se apareció vestida con la camiseta de Vicente Gómez un minuto después de que se rebasaran los 90 reglamentarios. “Goooooooooo… goooooooo… goooooo…”, explotó el bar Benjamín, la principal sucursal amarilla en Tenerife.