X
a toda máquina>

Ver de otra manera – Por Román Delgado

   

Las primeras horas de sol escondido (algo que entiendo a la perfección tras tanta estrategia de marketing político propio de montaña de estercolero) me llegaron a iluminar en la mañana temprana de ayer con fondo de linda música de poema. Pudo haber sido con Repsol, Soria y las prospecciones, pero no. Esta vez la radio, el ruido que transita hacia voz o música en el despertar del día, me dejó un obsequio que no esperaba. Estaba convencido de que una vez más la noticia repetidísima en toda la tarde del jueves volvería a retumbar en mis oídos y ante mis ojos en toda la jornada de ayer, y desde muy, muy temprano. No fue así, y me alegro. Y me emociono tanto que hasta escribo de ello, y comparto la experiencia y las voces que producen tan excelente combinación de palabras con sentido, con intención, con sentimiento y con carga infinita de sabiduría. El regalo de ayer por la mañana, el que me trajo de nuevo al mundo (yo entro y salgo de este vertedero repleto de chatarra humana al menos una vez al día), lugar al que retorno a veces sin pedirlo (y no se crea que esto no es una putada), me llegó con remite de la poeta de origen polaco Wislawa Szymborska. En el interior de tan novedosa entrega, había un folio que portaba vocablos y éstos, como por arte de magia (en la vida todo lo debemos convertir en magia, que si no lo mejor es mandarse a mudar), pasaron a ser voz etiquetada como Las tres palabras más extrañas, sin duda un sugerente título que adelantaba que algo bueno iba a ocurrir después. Ese envío postal aéreo, que no era tal porque al final sólo se trataba de mensaje que portaban las ondas a través del aire, me conmovió, me hizo ver el Día de Canarias de otra manera, pese a los cañonazos de ejércitos de afines y contrarios en el campo de batalla, por ahora virtual, del petróleo sí o no, algo que ya contamina en las Islas desde hace demasiado tiempo. Qué bueno era cuando uno llegaba a casa pensando en que otra vez tocaba potaje de verduras y mamá, la gran mamá, sin avisar lo cambiaba por papas y huevos. Qué bueno es poder congelar el grito de hartazgo por el negro petróleo para dar paso con luz verde de semáforo abierto a la magia que se escribe con letras que dan palabras y luego sentimientos, experiencias, compromisos y habilidades. Aquel poema se lo podría dedicar a Soria, a los de Repsol, a los muchos jaquecosos de aquí y a tantos otros que tienen las cuerdas vocales desgastadas de patinar y patinar sin saber colocar la primera marcha. Pero eso ahora no toca. La poesía y Wislawa Szymborska ayer me alegraron el día, un tiempo que otros querían de nuevo amargarme. Por eso, y no soy goloso, correspondo de la forma más solidaria y pongo regalo sobre regalo. Es lo que ya hago, sin más demora, fastidio, estiércoles, políticos y futuro desenfocado. Vean, lean y sobre todo recapaciten… Con todos ustedes, Las tres palabras más extrañas de Wislawa Szymborska: “Cuando pronuncio la palabra Futuro, / la primera sílaba pertenece ya al pasado. / Cuando pronuncio la palabra Silencio, / lo destruyo. / Cuando pronuncio la palabra Nada, / creo algo que no cabe en ninguna no-existencia”. Con este tintineo de fondo, ayer eché a un lado la sábana blanca, abrí los ojos y me puse a ver de otra manera.

@gromandelgadog