El lenguaje polÃtico está lleno de tópicos. Uno de los más repetidos es el de quienes hablan de la privatización de una empresa pública como si fuera la causa de todas las desgracias o, al contrario, la solución a todos los problemas del mundo. Ambos tipos de demagogia se equivoca. Una empresa privada cumple con con una importante función social: ofrece bienes y servicios a los ciudadanos, crea riqueza, da empleo… y sus beneficios o pérdidas son de sus accionistas. Una empresa de propiedad pública hace lo mismo y sus pérdidas o ganancias van a parar a la Hacienda pública. La partitocracia y sus modos (la elección de personas incompetentes pero obedientes) han creado la especie de que las empresas públicas por ser tales están llamadas a perder dinero, porque ofrecen servicios esenciales. Es falso. Es la administración la que presta servicios sin atender a su retribución. Las empresas públicas nacieron para prestar servicios equilibrando su cuenta de resultados, cosa que a la larga ha resultado nefasta, como demuestran abismales agujeros económicos que al final terminan pagando los ciudadanos con sus impuestos. Es perfectamente normal que el Gobierno de Rajoy quiera poner en rentabilidad la empresa de aeropuertos nacionales, AENA, cuyo agujero roza los doce mil millones de deuda.
Los excesos cometidos en infraestructuras faraónicas absolutamente innecesarias no se van a remediar durante décadas. Lo que AENA iba construyendo por un lado el AVE lo iba destruyendo por el otro. En todo caso, el problema de la gestión de los aeropuertos es que Canarias es una singularidad. Y que hace años que tendrÃa que haberse desgajado del sistema peninsular. Los aeropuertos canarios necesitan una estrategia propia de explotación donde coexistan la rentabilidad y el servicio público. Aquà no hay servicio de ferrocarriles entre islas. Ni carreteras. Barcos y aviones son el único sistema por el que mercancÃas y viajeros pueden llegar de un lugar a otro. Y son, por lo tanto, un cuello de botella que puede estrangular la economÃa de una isla o sus posibilidades de desarrollo. La estrategia turÃstica de Canarias depende en gran medida de sus aeropuertos. Una subida de tasas puede causar daños irreparables en los tráficos con destino al archipiélago. Todo eso se ha desconocido por el Ministerio de Fomento que, con lógica peninsular, piensa en el bolsillo del Gobierno central. De todos los grandes errores que se han cometido con Canarias este puede ser el mayor.