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Así se las ponen a Felipe VI – Por Jorge Bethencourt

   

Como nos ahogamos cada semana en un nuevo apocalipsis, ahora toca el cambio del modelo de Estado. Ante el proceso sucesorio, surgen voces que claman por replantearnos la forma de relación de los españoles. Cambiar la monarquía por una república, construir un estado federal; dividirnos en una confederación de pueblos ibéricos o extinguir las autonomías para establecer un estado centralista maoísta leninista. Vete tú a saber.

Se trata de consultar al pueblo español para que este, ejerciendo su soberanía, establezca qué es lo que quiere. Claro que como lo que el pueblo quiere es fútbol y Supervivientes, no sé yo lo que puede salir de la hibridación de las dos cosas. Soltar a la selección española en una isla tropical, supongo.
Pero hete aquí que después de las elecciones al Parlamento Europeo la ultraizquierda española ha cogido carrerilla y se siente depositaría de las esencias de una segunda transición desde la democracia representativa a la populista, de la economía social de mercado a la de planificación central del Estado, que tan bien le funcionó al modelo de las repúblicas soviéticas.

Así que a estribor tenemos a una derecha agarrada al inmovilismo como Guzmán El Bueno a las llaves de Tarifa. A babor una izquierda radical que quiere hacer tabla rasa con el pasado para instaurar un orden nuevo. A popa la secesión de Cataluña y Euskadi. Y allá a su frente Estambul Lo de hacer reformas sensatas y mejorar el texto constitucional no es lo nuestro. Desde 1812 no hacemos cambios, que son una lata. Nos cargamos las constituciones.

Es posible -sólo posible- que la llegada de Felipe VI a la jefatura del Estado provoque un encuentro de las fuerzas políticas que dan estabilidad a este país. Para que se acabe con el descrédito institucional, el suicidio del prestigio público, la destrucción del prójimo político y el guerracivilismo. Y tal vez -sólo tal vez- se abra un proceso de reformas que nos dé otros cuarenta años de próspera convivencia pacífica, como nos dio el último.

Para eso será menester que los socialistas acaben con su diarrea intestinal y los populares abandonen el búnker del nacionalismo español del Non Plus Ultra. Casi nada. Todo eso en medio de la tormenta de la opinión publicada, los nuevos tribunales de papel y los telepredicadores. Así se las ponen a Felipe VI.