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Bajo control – Por Román Delgado

   

Con lo que ya se ha visto de este documental quizá no tan sorprendente acerca de la abdicación del rey Juan Carlos I, voluntad del monarca que se conoció ayer y que, para confirmarse de manera legal aún llevará unas semanas de recorrido por las Cortes (la tramitación de una ley orgánica), me da la impresión de que poco más hay que decir salvo aquello de reincidir en que si la coyuntura creada es la ideal para plantear la vieja disyuntiva sobre monarquía parlamentaria o, en cambio, república. Por mucho que las fuerzas de izquierda (y no incluyo al PSOE) deseen aprovechar el momento para abrir con fuerza ese debate, e incluso para forzar algo más en relación con la monarquía, como pudiera ser la petición informal que ya busca adeptos sobre convocar un referendo y así ver qué desea el español tras la renuncia de Juan Carlos I (si más realeza o ninguna), mucho me temo que todo está pactado y bien pactado, que hay poco que hacer.

El proceso se ha negociado con el bipartidismo y todo, salvo las respuestas críticas en redes sociales y medios digitales por la vía del chateo, o las manifestaciones convocadas ayer, con mayor o menor éxito, está controlado, cerrado y confeccionado a medida. Juan Carlos I abdicará y su hijo, hoy Príncipe de Asturias, don Felipe, será el nuevo rey; la esposa de éste, la reina, y luego la primogénita, la infanta Leonor, se convertirá en Princesa de Asturias. No hay más. La monarquía de los Borbones seguirá en España porque el PP, que es un partido que apoya a la realeza así lo quiere y además posee mayoría absoluta para sostenerlo. Por si esto fuera poco, seguro que el PSOE está por la labor de echar una mano. ¿Quién lo duda? Así que está bien lo de aprovechar la coyuntura para rechistar, que me parece hasta maravilloso, pero que se sepa que todo ese esfuerzo no conducirá a nada. Todo está previsto y bien previsto, sin opciones a que haya errores en el relevo, a que el proceso se desvíe de lo dibujado por la Zarzuela y la Moncloa. Llegan, pues, momentos de fasto para la nobleza, con la mayoría política (PP y PSOE al menos) aplaudiendo a rabiar. Aquí, en los regímenes democráticos, las hazañas y las guerras se organizan y se ganan desde la mayoría, y ahora, por mucho que el rey haya metido la mata con asuntos como el más reciente de África, no hay nada que rascar. El PP y el PSOE quieren monarquía y ésta seguirá. Y si el PSOE se desmarca, que no lo hará como partido, de poco servirá, y además es razonable que así sea, que para eso el PP ganó la mayoría absoluta y bien subrayado que tenía en su programa electoral que ellos apoyan y apoyarán hasta la muerte a la monarquía española (por cierto, algo sí que cumplen). Es lo que hay; son las reglas de juego, que, como se sabe y de alguna manera ha quedado claro en los comicios europeos, sólo se pueden cambiar desde la fortaleza que da la mayoría, algo que la izquierda republicana hoy no tiene, y lo digo con mucha lástima. Llegarán tiempos mejores.