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Demandan a Educación por los juegos sexualizados sufridos por sus hijos en el Chapatal

   
Los sucesos tuvieron lugar en los primeros meses del curso pasado y ocurrían en el patio y en los servicios del comedor. / FRAN PALLERO

Los sucesos tuvieron lugar en los primeros meses del curso pasado y ocurrían en el patio y en los servicios del comedor. / FRAN PALLERO

TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife

Al menos una familia ha presentada una demanda contra la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias a cuenta del acoso escolar y de los tocamientos de carácter sexualizado que la propia Fiscalía de Menores considera probados y que tuvieron lugar el curso pasado en el interior y durante el horario escolar del Centro de Educación Infantil y Primaria El Chapatal, de Santa Cruz de Tenerife. Los agredidos tenían entre 6 y 7 años; los agresores, 12 y 13.

Esta demanda, presentada a primeros de abril del presente año, asume precisamente el consejo dado por la Fiscalía, que fue la primera instancia a la que se dirigieron hasta cinco progenitores en enero del año pasado por esta causa. Hay que tener en cuenta que los hechos que nos ocupan tuvieron lugar desde el inicio del curso 2013/14 hasta finales de noviermbre de 2013, cuando una de las madres se interesó por los extraños juegos de su hijo con unos muñecos. Sin embargo, las diligencias penales se archivaron al constatar que los autores de los hechos eran menores de 14 años de edad.

Eso sí, la Fiscalía, que tilda los hechos acaecidos como “lamentables” en su Decreto de junio de 2013, recuerda que “las personas que se sientan perjudicadas tienen abierta la vía de la jurisdicción civil”, a la par que recuerda a “la autoridad administrativa educativa” que “podrá imponer las sanciones que estime oportunas a los alumnos que sean responsables”.

A este respecto ha trascendido que los seis menores que causaron los daños referidos a los pequeños ya no siguieron en el Chapatal al año siguiente, como al parecer también ocurre con buena parte de los al menos cuatro agredidos.

La demanda presentada por los padres de un menor afectado (otras dos madres aseguran que han hecho lo propio) es en realidad una reclamación por responsabilidad patrimonial de las administraciones públicas, y en la misma se pide una indemnización de 30.000 euros.

El escrito incluye un relato de los hechos en versión de la denunciante. Tras una queja verbal a finales de noviembre que
-según una de las madres- fue desatendida, hasta cinco progenitores presentan en enero la referida denuncia ante la Fiscalía de Menores por lo que entienden “pasividad de la Dirección del centro”.

Ello promovió la acción de la Fiscalía, que tomó declaración a todos los afectados para concluir con el ya reseñado archivo de diligencias.
Uno de los documentos que se aporta es un informe de la Consejería entre cuyas conclusiones se reseña sobre uno de los menores que “ha estado expuesto a abusos físicos, sexuales y emocionales por parte de alumnos mayores del centro”.

A continuación describe tales abusos como los siguientes: “En el patio del recreo y comedor, caracterizados como golpes, amenazas, que le molesten tirándole agua sucia, sustraerle a la fuerza sus pertenencias…”.

Ya en el baño del comedor, escenario de los episodios más graves, el aludido informe de la Consejería describe varios juegos sexualizados y, en un caso, un abuso sexual.

Lo cierto es que el asunto

desencadenó una enorme controversia en la comunidad educativa del Chapatal que las madres de los agredidos consideran que no ha desembocado en una respuesta adecuada a la gravedad de lo sucedido.

En su relato personal, lamentan que se tardase en actuar dos meses desde la primera queja, aunque la directora no reconoce ese aviso de noviembre, sino el de enero por escrito. Otra circunstancia que le llama mucho la atención es que precisamente la directora, máxima responsable del centro, haya permanecido en el cargo durante este curso, o que al principio se les asegurase que se habían tomado las medidas pertinentes… entre las que se incluía una línea invisible en el patio que no podían cruzar los mayores.

En la actualidad, el Chapatal está inmerso en un conflicto para relevar el servicio de comedor actual por otro privado.

“Mi niño va a terapia; los demás van a fútbol”

“Este conflicto ha dañado la convivencia del centro. Se ha creado un clima de tensión y malestar generalizado (…) La ansiedad está dominando el contenido de las relaciones entre muchos miembros de la comunidad educativa”. Así describe una psicóloga de la Consejería de Educación el terrible impacto de lo acaecido entre padres, alumnos y profesionales.

Lo cierto es que lo acaecido en el CEIP Chapatal durante los primeros meses del curso pasado, en el que un grupo de alumnos mayores acosó y realizó juegos sexualizados con los más pequeños, da idea del escaso control que había sobre los niños en el centro a la hora del comedor.

Una muestra de ello nos la ofrece el informe de una psicóloga contratada por una de las familias afectadas: Cuando la Consejería cita el 17 de enero de 2013 en el centro a los padres de las posibles vícitmas para informarles de lo que acaecía, en ese mismo momento se producen abusos en el baño del comedor.
En cuanto a la evolución que los profesionales -tanto el público como el privado- hacen de lo vivido por los pequeños, cabe reseñar que mientras la psicóloga de la Consejería limita los hechos a lo ya expuesto, la contratada por la familia va más allá y explica que pudieron darse relaciones amo-esclavo que la primera entiende como no probadas, aunque sí otros juegos sexualizados de los que no se informa con detalle al prevalecer el derecho a la intimidad de estos menores.
Tanto unos como otros coinciden en los efectos que tendrán sobre los niños en el futuro más inmediato, al punto que desde entonces requieren terapia (uno de los motivos que ha movido la presentación de las demandas).

¿Y el profesorado? Impotente y frustrado, en palabras de la psicóloga de la Consejería, que también destaca que el equipo directivo del centro “está desbordado, viviendo una situación de estrés permanente”. Lo peor queda para las familias: “Mi hijo va a terapia, en vez de a fútbol con sus compañeros” resume una de las madres afectadas.