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Demasiado tarde para el pesimismo – Por Ylka Tapia

   

Observar y fotografiar las heridas de la Tierra desde los cielos. Una onírica pero a su vez desgarradora experiencia recogida en el documental Home: Historia de un viaje, emitido en La 2 el pasado jueves 5, coincidiendo con la conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente. Un sobrecogedor proyecto audiovisual que exhibe la magnificencia de un planeta ultrajado por el elevado coste del estilo de vida occidental, y que el fotógrafo francés Yann Arthus-Bertrand decidió denunciar en inolvidables imágenes en movimiento.

El cambio climático, la deforestación, la ganadería intensiva, la escasez de recursos energéticos, las extracciones de petróleo, entre otros, tienen su origen, como era de esperar, en lo monetario. Los gobiernos enriquecen sus arcas sacrificando el ecosistema y en consecuencia sus sociedades, mientras los científicos se llevan las manos a la cabeza ante un posible colapso. Pero nadie les escucha. No interesa, no aprecian rentabilidad económica. Sin embargo, es irracional creer que el sistema permanecerá en este peligroso statu quo, cuando el descontento social, en parte debido a la pobreza que generan las economías no sostenibles, va en aumento. Y en algún momento se podría producir un estallido social.

Arthus-Bertrand se pregunta cómo hemos podido, en tan solo unas pocas décadas, alterar por completo el equilibrio de un planeta de 4.000 millones de años. Pero también nos dice que es demasiado tarde para ser pesimistas. Quizá tenga razón, pero, por citar un ejemplo cercano, ¿cómo protegernos de quienes desoyen un no rotundo a unas prospecciones petrolíferas? Salvando las distancias, con todos sus matices, hay regiones ricas en petróleo, pero cuyas gentes viven en la indigencia, sin futuro; con esto último quiero decir que la extracción de oro negro no asegura un porvenir para una nación, sí un elevado riesgo. Muy elevado, cabe incidir.

Con Historia de un viaje he redescubierto nuestro planeta. No como me hubiera gustado verlo, sin cicatrices, solo belleza. Porque, a pesar de las continuas paradojas, su majestuosidad quita el aliento y acelera el corazón. Y no hace falta ser ecologista para que te preocupe el lugar donde vives y vivirán tus descendientes. Por ello, llegados a este punto, les pregunto, ¿qué más necesitan saber para movilizarse por el medio ambiente?

@malalua