EUROPA PRESS | Madrid
La selección española de fútbol se ha bajado definitivamente del trono mundial con una victoria intrascendente frente a Australia (0-3) en el partido que cerraba la fase de grupos del Mundial de Brasil, duelo que la ‘Roja’ resolvió con tantos de David Villa, Fernando Torres y Juan Mata, mostrando cuando ya era tarde las trazas del fútbol combinativo que le llevó a la gloria.
Del Bosque diseñó una alineación que aseguraba minutos en el Mundial a toda la plantilla a excepción de Mata, que también dispuso de minutos en la segunda parte completando el pleno. Especialmente añeja sabía la delantera, en la que volvían a formar dupla Torres y Villa, letales en aquella Eurocopa 2008 que iniciaba el ciclo glorioso. El círculo quedaría cerrado con goles de ambos.
En su último partido con la camiseta roja, el asturiano saltó con muchas ganas, decidido a estirar su plusmarca histórica de goles y lo demostraba con movilidad y juego, precisamente de lo que habían adolecido sus compañeros ante Chile y Holanda. Ayudaba a la tarea la entidad de un rival menor que también se sabía eliminado antes de batirse en el ruinoso césped del Arena da Baixada.
Pese a no contar con su mayor estrella, el sancionado Cahill, los ‘socceroos’ no escatimaron esfuerzos al inicio del partido, pero enseguida se esfumaron ante la eficaz circulación impuesta por Iniesta, sustituto en la zona de máquinas de un Xavi con molestias que no podía despedirse jugando.
Dos buenas ocasiones de Villa y Jordi Alba antecedieron al tanto del ‘Guaje’, pergeñado por un gran pase interior de Iniesta, continuado con el pase de la muerte de Juanfran y cerrado con un taconazo de pura clase de Villa, que besó con insistencia el escudo de su camiseta y miró el cielo quizá pensando en lo que durará su récord: 59 goles.
Frente a un rival inoperante, el interés quedó reducido a pequeñas cuitas como el sorprendente cambio poco después del descanso de Villa, quien exhibió un enorme disgusto, los minutos de juego para Cesc tras su altercado el disgusto, o dos nuevos goles que sirvieron para endulzar la despedida.
La clarividencia de Iniesta habilitó a Fernando Torres, que resolvió por raso en el mano a mano, y después fue Cesc quien dejó con todo a favor a Mata, que batió a Ryan por debajo de las piernas. Buenas jugadas que dejaban un sabor agridulce porque confirmaban la campeona no se había olvidado de jugar al fútbol, pero ya era demasiado tarde para obtener fruto.
España aún dispuso de un par de buenas oportunidades para endosar la cuenta, pero daba la sensación de que lo importante se cocía en el banquillo, donde Villa, Xavi o Xabi Alonso -sustituido por Silva- seguían rumiando tanta despedida, la colectiva y las individuales, a falta de que en los próximos días se confirme cuantos miembros de la selección más exitosa de la historia dan un paso a un lado. Tanto jugadores como técnicos.