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Al golpito >

Francotiradores – Por Rafa Lutzardo

   

Mario Isea Bohórquez, embajador de Venezuela en España, dice en un periódico local que “en Venezuela no hay una situación de violencia generalizada, sino la actuación sistemática de grupos de ultraderechas que quieren desestabilizar a toda a costa al gobierno y tienen un gran eco mediático, planificado y coordinado con apoyo financiero de fuera del país”. Personajes como estos son los que viven de las dictaduras y los que ocultan la verdad de lo que sucede en una Venezuela que vive atemorizada por la corrupción, hambre, chantajes, secuestros y muertes violentas.

La democracia brilla por su ausencia en un país hermano que actualmente está cubanizado por la herencia de Hugo Rafael Chávez, el cuál dejó una gran parte del tesoro nacional a los dirigentes del pueblo cubano (Fidel Castro y Raúl Castro). ¿A quién quiere engañar el embajador de Venezuela? Seguro que Mario Isea Bohórquez tiene la despensa llena de alimentos, mientras el pueblo venezolano se muere de hambre. Si tanta democracia y seguridad hay en Venezuela: ¿por qué no sale Mario Isea por la noche a dar una vuelta por las inmediaciones de Caracas, con corbata y chaqueta? Pues, sencillamente, porque no duraría ni una hora vivo. En un artículo de Andrés García refleja la actual situación del país caribeño: en Venezuela los sucesos que han estallado durante este febrero se han venido alimentando desde hace años por un modelo político que pretende arrasarlo todo a su paso. Muchos fuera de Venezuela se preguntan por qué protestamos y nos encontramos en las calles. Pues bien, 25.000 muertes al año producto de homicidios, 95% de impunidad en estos homicidios, una corrupción espantosa que destruyó las capacidades del país de echar hacia adelante y un futuro económico terrible han conducido a miles de venezolanos a salir a ejercer su derecho para plantarle cara y exigir cambios drásticos en las políticas al régimen chavista que preside Nicolás Maduro y que controla Diosdado Cabello.

El régimen ha dicho que no echa para atrás nada porque las políticas actuales son exigencias que el difunto Chávez les hizo. La gente en la calle demanda seguridad ciudadana y mejora de la economía, pero el régimen para lograr eso tendría que desmontar la base de su poder. Ya han dicho que no lo harán. La represión será muy agresiva una vez se sumen los sectores más empobrecidos del país. Se acabó el circo; ya no hay ni pan. Leopoldo López echó a la gente a la calle (lo que la gente pedía a gritos a Capriles y éste se negó) para ponerla a exigir mejoras y para que los ciudadanos discutiesen la salida de este Gobierno de forma Constitucional, porque golpes de Estado los dan los militares, no los civiles, y los militares venezolanos están controlados desde La Habana; metrópolis del chavismo. Venezuela es una realidad preocupante y triste. No oculte usted la verdad, señor embajador.