El nivel de frustración es proporcional a las expectativas que pongas sobre algo. No siempre es así, porque la piel va endureciéndose y tendemos a relativizar las cosas para que el daño sea menor cuando no se cumplen los objetivos. De alguna manera, la madurez consiste en saltar ese escalón de la ingenuidad para que los palos duelan un poco menos, aunque ello arrastre el sobrecoste de andar por la vida con un cierto aire de cinismo poco deseable. Con la playa de Santa Cruz de La Palma nos ha ocurrido algo de esto. Se despertaron muchas expectativas sobre la potencialidad que tenía y la ejecución dentro de los plazos previstos, porque el dinero “estaba”, pero la frustración ya está calando. Fue un mérito salvar esta obra de la quema de los recortes presupuestarios del Estado, algo de lo que incluso protestaron en el terreno político desde la capital de la provincia, un hecho solo comprensible en un territorio tan cainita como nuestras Islas. Buena parte de este mérito se debe al hoy presidente del Cabildo y entonces senador por La Palma, Anselmo Pestana.
La obra comenzó y todo iba sobre ruedas. Pero como suele ocurrir en todos los encargos de la Administración pública, empezaron los retrasos, los sobrecostes y la polémica del mamotreto. Las expectativas de negocio de algunos empresarios que tenían previsto invertir en la zona y otros que incluso llegaron a hacerlo, se fueron al traste, y con ello más desilusión y frustración para una ciudad tocada por un cierto fatalismo.
La realización de la obra de la playa ni siquiera sirvió para salvar una de las operaciones más complejas que se han realizado en la capital, como es el aparcamiento subterráneo de la avenida de El Puente. Estaba claro, al menos éramos muchos los que pensábamos así, que la playa no iba a ser su solución. Creo que su salvación hubiera pasado por la realización de otro proyecto que ha quedado en el baúl de los recuerdos: la construcción del Ambulatorio en el solar donde se ubica el Área de Salud de La Palma. La cercanía al aparcamiento de El Puente hubiera hecho imprescindible su utilización. De este tema nunca más se supo y se subsanó con un ligero lavado de cara de las antiguas instalaciones del Centro de Salud de la capital palmera. Ahora nos queda confiar en que esta situación de interinidad que vive la ciudad acabe cuanto antes.