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La Fuente Santa, octubre de 2005 – Por David Sanz

   

Tengo sobre la mesa de la redacción donde trabajo un pequeño recuerdo que el entonces consejero de Obras Públicas, Antonio Castro Cordobez, entregó a quienes asistimos a la presentación del hallazgo de la Fuente Santa después de más de trescientos años de búsqueda infructuosa. Se trata de una pequeña piedra volcánica sobre una base de metraquilato, que lleva grabado lo siguiente: “Fuente Santa-La Palma. Octubre 2005”. Han pasado casi nueve años desde aquella tarde en que bajamos a la playa de Echentive para conocer las aguas casi milagrosas que albergaban la esperanza de un futuro prometedor. Por esas fechas todavía no había llegado el fantasma de la crisis ni nadie podía atisbar su presencia en el horizonte. Quizá por ello, las cosas se tomaron con la parsimonia habitual y casi se le dio más importancia desde el punto de vista cultural que la proyección económica que tenía. El turismo era entones algo residual en los esquemas de la Administración palmera, para luego pasar a ser complementario con la agricultura, hasta ahora que es cuestión de vida o muerte para la economía insular. Con la crisis de lleno en la Isla, después de un tiempo de repetir el mantra de que en La Palma se iba a resistir como en ningún otro sitio, que con el tiempo se demostró que era una falacia, la Administración empezó a mirar con otros ojos este manantial de aguas termales, que podía representar el potosí de la Isla, ligándolo al turismo de salud. Pero se ha perdido mucho, demasiado tiempo. Y lo que es todavía peor, la Fuente Santa se ha convertido en un frente abierto a la polémica, probablemente por falta de diálogo y comprensión entre las partes. En esta última polémica sobre la extracción de aguas, creo que cada una de las partes lleva algo de razón, pero de lo que estoy convencido es de que no han sido capaces de sentarse, discutir y llegar a un acuerdo beneficioso para Fuencialiente y La Palma. Entiendo que es lógico que Fuencaliente esté en el centro de cualquier decisión que se tome con respecto al futuro de la Fuente Santa, con el alcalde como legítimo interlocutor de los intereses del municipio. Pero también Gergorio Alonso debería apartarse de una visión demasiado localista en un asunto que, insisto, tiene a Fuencaliente en el centro, pero también disfruta de una proyección insular que hay que tener en cuenta.