Desde que somos pequeños comenzamos a vivir con la pérdida en nuestra vida, aprendemos que podemos perder juguetes, que se rompen amistades, que perdemos personas referentes en nuestra vida. Poco a poco crecemos y maduramos, enfrentándonos a la idea de que la pérdida y el duelo que experimentamos tras esos acontecimientos son situaciones difíciles de sobrellevar que nos acompañarán a lo largo de nuestra vida. Cuando hablamos de duelo por una pérdida, nos referimos a ese proceso natural que atravesamos cuando experimentamos una gran pérdida, pudiendo ser desde una persona, una relación, una situación significativa para nosotros e incluso algún objeto que adquiere un valor emocional en nuestra vida. Hay que resaltar que la magnitud e importancia de lo que perdemos es muy relevante en función del dolor que nos provoca y de la duración en el tiempo de esa situación de duelo. Sin duda alguna, una de las pérdidas más significativas y dolorosas por las que atraviesa una persona es la muerte de un ser querido, pero existen otras perdidas que nos producen dolor como es la ruptura de una pareja y la pérdida de un empleo entre las más comunes, que nos llevan a experimentar ese proceso denominado duelo.
El proceso de duelo como comentaba es un proceso natural, la gestión adecuada del mismo nos lleva a que ese proceso finalice con la aceptación de la perdida y la normalización de nuestra vida. En muchos casos esas situaciones adversas y traumáticas de la gestión de la pérdida pueden producir hasta un proceso de crecimiento personal en cada uno de nosotros. Claro que este proceso o capacidad de gestión de la pérdida, viene unida a potenciar una gestión adecuada de nuestras emociones, ya que el dolor o el miedo pueden producirnos malestar e incluso en algunos casos la tristeza nos puede llevar a un proceso depresivo. Para ello es importante conocer las emociones por las que atravesamos, así que debemos de expresar el dolor, no aguantarnos el llanto o expresar ese miedo inherente a la situación por la que atravesamos. Llegados a este punto, debemos apoyarnos en los otros significativos, nuestros amigos y amigas, nuestra familia, etc. Además, es importante realzar las vivencias positivas que te han unido a esa persona, los momentos vivenciados, desde la oportunidad de haberlos podido disfrutar y no centrar toda nuestra historia de vida en el momento de la pérdida, sino en la felicidad de haber tenido la oportunidad de vivenciar cada momento, siendo ambos los protagonistas de cada instante de sus vidas.
*PSICÓLOGO Y MIEMBRO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE PSICOLOGÍA POSITIVA
@jriveroperez