La señal que en mi caso establece el puesto fronterizo detrás de la crisis, donde empieza un territorio ignoto pero que ya no es propiamente desierto, sino la esotérica recuperación, es la llamada a media mañana que recibà el miércoles dÃa 11 de un banco de la capital invitándome a aceptar un crédito preconcedido de varios miles de euros que yo no habÃa solicitado. La trascendencia de este hito es que se trata de la primera vez en seis años que me llaman de un banco para ofrecerme dinero; antes al contrario, me habrÃan colgado gruñonamente de haberme atrevido a pedir un préstamo en el vórtice de la tormenta. Es, por tanto, si se quiere, una prueba personal irrefutable del cambio de ciclo, que no corresponde a la macroeconomÃa, sino a la más doméstica economÃa particular de un ciudadano de a pie en plena travesÃa del desierto. Coetzee habló en Esperando a los bárbaros de semejante muro fronterizo.
La raya, tituló Andrés M. Koppel su corto sobre el Meridiano Cero de El Hierro. Esa lÃnea de spray que usan los árbitros del Mundial se me dibujó el pasado dÃa 11. La crisis (2008-2014) se cobró la quiebra de Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008 y expira -por qué no- un 11 de junio de 2014 con una simple llamada telefónica de un banco a un vecino de Santa Cruz. Contemos las historias cotidianas particulares como si por ellas se rigiera el reloj del mundo. La mÃa es verÃdica y me inspira el anhelo colectivo de que la crisis deje paso, de una vez, al crecimiento, como en España un rey deja el sitio al hijo esta semana, o Del Bosque mueve el banquillo tras el descalabro del debut. Mi información no ignora que, seis dÃas antes de que me llamara el banco, Draghi conminó al sistema financiero a sacar sus depósitos de las arcas del BCE y otorgar créditos, a riesgo de una penalización. Bienvenida sea la liquidez -si mis sospechas se confirman-, que invocamos como un mantra, cuando ya rueda, en efecto, el balón en Brasil, y la pelota estaba en el tejado de la banca. Todo juego arrastra un instinto primitivo, agonal y desinteresado de animales y humanos, como indaga Huizinga en su Homo Ludens, hasta erigirse en esta cornucopia de la FIFA, de Maradona versus Blatter. La pandemia económica ha jugado con el pan de todos, ha sido un mundial al revés de perdedores, un regreso al páramo, la épica del fracaso. Nos pasó por encima como Holanda el viernes. Hasta que alguien descuelga el teléfono y me ofrece dinero, y digo no, y meto ese modesto gol a la crisis.