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Inversión en un contexto de bajo crecimiento – Por Munesh Melwani

   

El recorte de tipos del BCE y el resto de medidas anunciadas de política monetaria expansiva, así como el reciente mensaje de la FED reduciendo la compra de bonos progresivamente, confirmando tipos bajos durante un plazo considerable y vislumbrando mejoría económica en los próximos meses, han sido aplaudidas notablemente por los mercados. De esta forma, el contexto económico-financiero internacional está definido actualmente por tres parámetros: tipos en mínimos, baja inflación y débil crecimiento. Los inversores deben preguntarse cómo tienen que comportarse las distintas clases de activos en un entorno como el descrito, en el que además los diferenciales crediticios se han estrechado al máximo y la volatilidad está en mínimos. ¿Cómo debe afectar el crecimiento económico de los países sobre las decisiones de inversión? Los rendimientos de los activos financieros consisten en rentas (cupones o dividendos) y ganancias o pérdidas de capital (plusvalías/minusvalías). Un crecimiento económico débil deprimirá las rentas, pero ello se podría compensar vía revalorización del precio de los activos. Las ganancias y pérdidas de capital dependen del momento de entrada en el activo. Durante la crisis, la prima de riesgo sobre activos seguros (deuda pública) alcanzó máximos, lo que supuso un momento ideal para invertir. Luego, con la actuación de los bancos centrales, se redujo la percepción del riesgo y la volatilidad. La combinación temporal de comienzo de etapa con elevada prima de riesgo, nula remuneración de los activos monetarios y volatilidad en descenso propició un entorno de revalorización de los activos con riesgo. Pero un crecimiento débil no siempre implica un buen comportamiento de los activos con riesgo. Se convierte en negativo cuando el ritmo de crecimiento cae mucho y no cumple las expectativas, con lo que se ven favorecidas aquellas plazas cuyos países mejoran progresivamente.

Pasando de la teoría a la práctica: nuestra estrategia es de posición larga en activos con riesgo ante la escasa volatilidad en términos de indicadores macro y la no remuneración de los instrumentos monetarios, abogando por la renta variable como instrumento favorito. No obstante, rotamos de forma táctica y un poco hacia donde no está todo el mundo invirtiendo, esto es, emergentes y commodities, dado que preocupa en cierta manera el crédito (renta fija corporativa y deuda soberana extranjera). Es sin duda la clase de activo que más ha crecido durante la crisis y en el que más se ha invertido por toda clase de inversores, si bien la compra ha sido propiciada principalmente por la necesidad de las aseguradoras y fondos de pensiones de reducir su volatilidad y duraciones migrando desde la deuda pública, así como por la búsqueda de la rentabilidad por parte de los bancos y otros inversores institucionales.

En renta fija, las medidas del BCE debieran favorecer a los financieros europeos, y en empresas preferimos los bonos high yield vs investment grade. La renta variable no estará exenta de correcciones, en la que preferimos cíclicos, consumo, IT, salud y financieros. En términos de países, aparte de algunos emergentes, vemos Japón como una oportunidad de medio plazo teniendo en consideración las reformas anunciadas; en Europa, vemos potencial en España e Italia. En cualquier caso, nuestro enfoque para construir carteras está fundamentado en la búsqueda de compañías y no en distribución por países/sectores. En divisas, mantenemos nuestra visión positiva de corto y medio plazo en favor del dólar frente al euro, que tenderá hacia niveles de 130 a final de 2014.

*SOCIO-DIRECTOR GENERAL DE CROSS CAPITAL
@CrossCapital