No es porque asaltaran dÃa tras dÃa nuestra flota de Indias saqueando el oro y la plata que les habÃamos robado a los indios. Ni que se apropiado de forma indigna de un trozo de entrañable de España como es el Peñón de Gibraltar. No es por nada de eso porque los franceses nos quisieron invadir en 1808 y no les tenemos tantas ganas como a los ingleses. Las razones de la enemistad entre los españoles y la pérfida Albión están, sencillamente, en que los británicos son más listos que nosotros. A pesar de que nos echaran una mano en Bailén. Son insoportables. A algún inglés se le ocurrió -seguramente- que el mayor error que se habÃa cometido en la historia de Tenerife no es el aeropuerto de Los Rodeos, que parece el Támesis los dÃas de mucha niebla, sino no haber dejado entrar a Nelson y haber dejado salir a Franco. Con lo cual demuestran que no saben contar, porque eso son dos errores. Resulta lamentable que un partido defensor de las esencias españolas (y olé) como el PP haya integrado en sus filas, en Lanzarote, a un ciudadano británico. Eso es como ir en contra de la historia. Asà les pasa lo que les pasa. Que en mitad de un pleno del Ayuntamiento de Teguise el edil Roger Patrick Deing haya puesto en práctica lo que debe ser una muestra de humor inglés. Dijo el señor Deing que si a Repsol se le descoña una torre de las futuras perforaciones de petróleo y tiene una fuga, la marea negra nunca llegarÃa a la isla porque se la llevarÃan los alisios y las corrientes. Pero si por casualidad estuviera equivocado en sus consideraciones cientÃficas (es director de un colegio) el señor Deing considera que la llegada del chapapote a las playas de Lanzarote no serÃa una tragedia, porque su limpieza darÃa puestos de trabajo a los parados y después quedarÃan más limpias de lo que están. Tiene tanta razón el bueno de Roger que hasta ganas me dan de hundir siete petroleros, uno por isla, solucionar el problema de las más de trescientas mil almas en pena que buscan un trabajo que no existe. No sé a que coño está esperando el tolete de Paulino que tiene que venir un hijo de la Gran Bretaña a decirle cómo se puede arreglar el gran problema de Canarias.