Moisés Baute, en su duelo ante Bugaenko. / FRAN PALLERO
J.S.S. | Santa Cruz de Tenerife
Moisés Baute consiguió el sábado el gran triunfo de su aún corta trayectoria deportiva. El fajador tinerfeño se llevó el triunfo en el Superkombat Grand Prix que se celebró en la localidad rumana de Constanta después de superar antes del lÃmite a sus dos rivales en el torneo.
Baute mostró ante el gran público europeo y con las cámaras de Eurosport en directo, que está llamado a hacer grandes cosas en el mundo del kickboxing. El pupilo de Moisés Ruibal estuvo a un nivel gigantesco frente a dos rivales de cuidado.
En las semifinales se vio las caras con el local Cristian Ristea, el principal favorito para conseguir el triunfo en un torneo pactado en menos de 92 kilos de peso. Baute llevó las riendas del combate desde que sonó la campana que daba inicio al pleito.
El tinerfeño mantuvo el mismo ritmo durante los dos primeros asaltos, muy igualados, pero en el tercer episodio apretó y llevó a la lona a su rival con unas duras manos a la región abdominal. Cristea escuchó la cuenta de protección y recuperó el aliento, pero Baute ya sabÃa donde estaba dañado su rival y volvió a buscar abajo a un Cristea que terminó doblando la rodilla y negando con la cabeza la posibilidad de acabar en pie el combate.
En el otro compromiso de semifinales el británico Michael Terrill, vencedor del anterior torneo Superkombat, habÃa superado al holandés Patrick Van Rees y se habÃa convertido en el último escollo a superar por Baute para alcanzar el triunfo final.
El pupilo de Moisés Ruibal llegó entero al duelo por el tÃtulo, sin castigo apenas por parte de su rival de semifinales y eso se notó en la gran final. Terrill empezó fuerte, aguantando el ritmo de Baute en el primer asalto y tratando de conectar alguna mano con la que poner fin a la contienda. Baute, por su parte, se mantuvo fiel a su guión y siguió sin dar un paso atrás hasta que llegó el tercer asalto.
En el último episodio se repitió lo ocurrido en las semifinales. Baute encontró el abdomen de Terrill con dos duras manos que le hicieron hincar la rodilla y repitió hasta por dos veces más lo que llevó al árbitro a detener el combate.