Ocurrió que un buen dÃa las radios repetÃan que a tal hora don Mariano Rajoy iba a comunicar a la nación una noticia de alcance. Múltiples especulaciones: el gobierno cae, encontraron al polÃtico con cuenta en Suiza y antes de que fuera demasiado tarde…, pero sin preguntas.
Y no; inopinadamente lo que don Mariano Rajoy nos dijo es que en unas horas el Rey don Juan Carlos nos comunicarÃa su abdicación. Y menos mal que no se paró en las razones… De manera que de pronto nos encontramos frente por frente con el don Mariano Rajoy Primero de España y sin rey. Y comenzó a darnos vueltas la cabeza. Lo que suspendió don Juan Carlos con su renuncia no es su posición de rey en España; lo que suspendió son los estertores de la dictadura de Franco que en él pararon. El dictador decidió quién iba a sucederlo: un rey, borbón, y no el legÃtimo, don Juan. Y el hijo, don Juan Carlos, aceptó por encima de su padre. Eso es lo que suspendió el rey. De donde, lo preceptivo serÃa que un pueblo, el español, ante tal sorpresa, decidiera si monarquÃa o república, como en Noruega, pongo por caso; es decir, o seguir con el invento de Franco u otra cosa. Pero ese debate no toca (Rajoy confirma), para desmedro de la democracia en la que el PP y el PSOE viven tan a gusto.
Se dirá, entonces: es que don Juan Carlos se ha ganado la solvencia democrática con las acciones que conocemos. Y no lo niego. Igual que los ciudadanos de España nos ganamos la solvencia democrática votando lo que quisimos votar después del franquismo. Luego, no es que la renuncia del rey huela a chamusquina sino que todo lo que se ha montado en torno a la renuncia del rey mueve a sospecha.
Treinta y tantos años de reinado y sin Ley de Sucesión. Andamos por las mismas, mareos machistas al canto, no doña Elena, don Felipe… Entonces, deprisa, deprisa.
Sospechas, digo. ¿Por qué ahora y no después, cuando más de una vez manifestó don Juan Carlos que morirÃa con la corona puesta?
Sitúan la legitimidad que los acompaña los dos partidos en cuestión, el PP devoto y el PSOE que clava tapones ante sus republicanos. De manera que el ministro Gallardón (ese de la Justicia Universal, el de la nueva ley del Poder Judicial o el del Aborto pendiente) corrió con depresión tras los nacionalistas vascos y catalanes para llegar al 90%. De lo cual se deduce que acaso ahà se encuentre el misterio. Legitimidad sÃ, pero para un partido que no ha dado cuenta de lo incumplido en el Parlamento, como habrÃa de ser preceptivo, y otro cuya sangrÃa de votos da pena.
De donde, el más del más son las opciones emitidas. Y ordenamos: si se proyectaran las europeas a las generales en España la relación serÃa muy diferente. No alcanzarÃan el 50% de la Cámara, es decir, la gran coalición no serÃa posible.
Entonces, ¿qué temen los susodichos, la contradicción de su legitimidad, o que se les acabe el chollo de las repeticiones, el bipartidismo y la monarquÃa incluidos?
¿Qué temió el rey, a un hijo en paro?
¿Qué teme el PSOE? ¿Qué teme el PP?