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Negras mentiras РPor Claudio Andrada F̩lix

   

Si teníamos alguna duda sobre la extrema dependencia de Canarias en los temas básicos de su presente y su futuro inmediato, ya lo tenemos claro. Ni siquiera en las cosas de andar por casa, nunca mejor dicho, pintamos nada. Y no somos nadie porque las cosas que afectan directamente a nuestra población, las que marcan un antes y un después en el modelo de desarrollo económico, político y social, se toman fuera de nuestro territorio y no parece que tengamos la suficiente influencia para hacer que nuestras voces se escuchen más allá de nuestra fragmentada geografía. Sólo así se entiende que se autoricen unas prospecciones petrolíferas a pocos kilómetros de las costas canarias, en el umbral de nuestras casas y que nos traten como a imbéciles provincianos porque no valoramos el ‘beneficio’ que tendrá en materia de empleo y riqueza. Mentiras; en este caso, negras mentiras. Se nos dice que el estado español necesita esos posibles barriles para bajar su factura energética, cuando resulta que Repsol es una compañía con un accionariado internacional mayoritario; de hecho, el 60,38% de sus valores son de denominación free float, es decir, que están en el mercado a disposición de cualquier conjunto de inversionistas. O sea, que de beneficios para la ciudadanía de España, nada de nada. Y para Canarias ya ni les cuento.
Las prisas del Ministerio de Medio Ambiente para ‘calificar’ el Impacto Ambiental ha sido alucinante. Sin tener en cuenta, como siempre, ni la opinión de los canarios ni las especiales particularidades ambientales y los ecosistemas de la zona, a poco menos de un mes de que pueda ser declarada espacio de la Red Natura 2000 y Lugar de Interés Comunitario por la importancia de sus fondos marinos para algo tan simple como la vida. Pero eso tampoco importa. El ministro canario (¿?) José Manuel Soria, del PP canario (¿?), debe de estar asustado por su futuro giratorio, porque ya veremos cómo en estos días da la última autorización que necesita la petrolera para ponerse ‘manos al taladro’. Y en cuanto a los riesgos, casi sin comentario. ¿Conoce alguien algún pozo petrolífero que no haya sufrido un escape? Imagínense en el mar, a más de 2.000 metros de profundidad. Un escape inundaría Canarias de piche en menos de una semana, según estudios serios. Y, por cierto, ¿le gustará a nuestros turistas los baños ‘crudos’? El comportamiento de España con Canarias, en esta ocasión de manos del PP, es la mayor expresión del trato colonial que se ejerce sobre nuestra tierra. No hay argumento democrático que obligue a dos millones de habitantes a aceptar lo que no quieren. Nuestra voz habrá que sacarla de nuestras fronteras, a nivel internacional, con protestas y boicots ante las intenciones de Repsol y su lacayo popular.