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Nueva generación – Por Cayetano González

   

Ha sido el propio rey Juan Carlos, no podía ser de otra manera, el que ha explicado públicamente los motivos que le han llevado a tomar la decisión de abdicar en su hijo el Príncipe de Asturias. Más que motivos, habría que hablar de “el motivo”, porque eso es lo que trasluce el mensaje del Rey: “Una nueva generación reclama el papel protagonista” ha dicho el Monarca, que en otro momento de su alocución ha subrayado esa idea casi con idénticas palabras: “Una generación más joven merece pasar a primera línea”. Una decisión, como se ha sabido, que el Rey tenía ya prácticamente tomada desde el mes de enero y que ha esperado unos meses para consumarla y hacerla pública. A partir de ahora se abrirán todo tipo de especulaciones sobre cómo ha influido en la misma cuestiones como su estado de salud -ha sido sometido a ocho operaciones quirúrgicas en los últimos tres años-; o el desgaste que tanto su persona como la Institución Monárquica estaban sufriendo; o el propio proceso penal abierto contra su yerno, Iñaki Urdangarín, y en el que habrá que esperar a ver si la propia Infanta Cristina es o no imputada. Los españoles, empezando por los que nos dedicamos a esta noble profesión del periodismo, tendemos a abusar del uso del adjetivo “histórico” o “histórica” para calificar un acontecimiento o decisión que se sale de lo habitual. Sin duda que la abdicación del rey Juan Carlos conocida por la opinión pública este lunes puede ser calificada de tal, pero junto a ese adjetivo también se podría usar los términos de decisión “lógica” y “normal” ya que no son contradictorios entre sí.

Personalmente pienso que el Rey ha acertado con la decisión tomada. Don Felipe está perfectamente preparado para asumir la Corona; lleva años ejerciendo de forma muy activa como heredero; tiene un nivel de aceptación y de apoyo popular mayor que el de su padre, lo cual es lógico porque quien está en primera línea siempre está expuesto al desgaste. Se podrá argumentar que el momento elegido por Don Juan Carlos para hacer efectiva su renuncia no es el más propicio, debido a la grave crisis institucional, política y económica que vive España, con un desafío secesionista en Cataluña a la vuelta de la esquina; con una crisis de los dos grandes partidos nacionales que se ha puesto crudamente de manifiesto en las elecciones europeas de hace nueve días. Todo eso es verdad, pero también lo es, que vistas las cosas de esa manera, nunca se encontraría un momento apropiado para llevar a cabo la sucesión en el trono. Por eso, sería conveniente que todo este proceso fuera percibido por los ciudadanos con mucha normalidad y que no sea aprovechado de forma torticera por los de siempre para reabrir un debate Monarquía/República, que como diría el otro, ahora no toca.