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Otro premio para la “caja de zapatos” – Por Agustín M. González

   

El turoperador alemán TUI, uno de los más importantes en el ámbito internacional, realiza todos los años una encuesta entre su más de medio millón de clientes para elaborar su particular ranking de “los cien mejores hoteles del mundo”. Básicamente, se valora no tanto el lujo como las características singulares de cada establecimiento y la calidad de su servicio. Es el Premio Holly, considerado los Oscar de la hostelería. En la lista de los 100 Premios Holly de 2014 figuran 12 hoteles de Canarias: cinco de Tenerife, cinco de Gran Canaria y dos de Fuerteventura. Los establecimientos tinerfeños son el hotel Vinnci Selección La Plantación, Los Jardines de Nivaria y el Roca Nivaria, los tres de Costa Adeje, y Botánico y Tigaiga, ambos de Puerto de la Cruz. En esta relación de hoteles exclusivos hay un caso singular que merece comentario aparte. Me refiero, precisamente, al último de los citados, el hotel Tigaiga.

Construido hace 50 años por Enrique Talg en la montaña del Taoro, es un pequeño establecimiento que, a pesar de su carácter familiar y de su modesto aspecto exterior, lleva muchos años ininterrumpidos en la lista Holly de los mejores hoteles del mundo. No hay ningún otro caso semejante en España. Incluso, en varias ediciones ha quedado en el top-ten del Holly; es decir, entre los 10 mejores. Para quienes no lo conozcan por dentro les resultará difícil de entender. Su promotor y propietario, el inolvidable Enrique Talg Wyss, entrañable persona y excepcional profesional, llegó a reconocer en una entrevista a DIARIO DE AVISOS que, visto desde fuera, su hotel -un edificio exponente de la arquitectura racional- parecía “una caja de zapatos”. Sin embargo, Talg consiguió, con la ayuda de su mujer y de sus tres hijos, convertir el interior de esa modesta caja de zapatos en un auténtico paraíso para el turista y un ejemplo de establecimiento moderno, de máxima calidad y respetuoso con el medio ambiente. Debería ser obligatorio que lo visitaran tanto los escolares como los profesionales turísticos. Uno de sus clientes más fieles, un prestigioso cardiólogo austríaco que visitaba el hotel todos los inviernos, recetaba a sus pacientes con estrés “vacaciones en el Tigaiga”. Ojalá tuviéramos en la Isla muchas “cajas de zapatos” mágicas como la de la familia Talg.