Angel Alloza, uno de nuestros mejores expertos en reputación de las organizaciones, decÃa esta semana en la presentación de un interesante libro de Llorente y Cuenca (Reputación y CiudadanÃa) que los ciudadanos tienen una necesidad básica, la confianza, y que si no hay confianza no hay relaciones posibles ni oportunidades. También señalaba que el futuro de las organizaciones depende de su capacidad de transformarse. No hablaba de polÃtica -¿o también?-, pero explicaba cómo hacerlo: la herramienta de gestión para recuperar la confianza es la reputación y ésta nace desde dentro hacia afuera.
¿Lo han entendido los polÃticos? No lo parece. Los ciudadanos están perplejos ante la forma de gestionar sus intereses -los de los ciudadanos, no los de los polÃticos constituidos en un grupo amurallado- y dispuestos a castigar los comportamientos autistas. El PP no necesita sólo cambiar el rumbo de la economÃa para que los ciudadanos perciban que la mejora económica llega a todos, especialmente a los más desfavorecidos. Necesita cambiar la manera de hacer polÃtica. Abandonar la soberbia, la falta de diálogo, la aplicación permanente del rodillo y pasar a escuchar a los ciudadanos y a dialogar con ellos. ¿Se quiere transformar el PP? No se ven sÃntomas suficientemente claros de eso. ¿Y el PSOE? El PSOE, más aún que el PP en estos momentos, tiene un serio problema de reputación. Especialmente porque su forma de hacer polÃtica le ha hecho perder la confianza del electorado. Es francamente dudoso que la vaya a recuperar cambiando de lÃder, como pretenden casi todos. El aparato -los pocos que mandan- sigue empeñado en pensar que el problema son las personas. Si cambian a Rubalcaba por Chacón, Madina o Susana DÃaz -o por un tapado-, ¿habrán solucionado la lejanÃa del partido respecto del electorado? La respuesta es no. ¿Cuáles son las propuestas de renovación de cada uno? Eso no parece importar.
El problema del PSOE son las ideas o, como dice Pablo Iglesias siguiendo la estela de Julio Anguita, el programa. Es cierto que casi nadie se ha leÃdo el programa de Podemos y tal vez por eso ha alcanzado más de un millón de votos. Sin programa, sin objetivos, sin ideas, sin valores, sin ética no puede construirse una reputación que transmita confianza. Si a los polÃticos solo les importa quién tiene el poder en lugar de qué proyecto ofrecemos y quién lo puede pilotar mejor, el fracaso será seguro. El PSOE necesita una transformación para poder pedir su voto a los ciudadanos. Cambiar solo los cromos sin modificar la forma de hacer polÃtica, de estar en polÃtica, puede servir como operación de marketing, pero a corto plazo aumentará aún más la distancia con el electorado. ¿Puede transformarse el PSOE en un partido moderno? ¿Quiere transformarse? ¿Sabe lo que tiene que hacer para ganar la reputación perdida? Desde dentro solo se transmite la lucha por el poder.