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Pieter Coecke van Aelst – Por Luis Ortega

   

El arte es un pequeño pañuelo, dijo el viejo Marc Chagall y lo es, acaso, por la cercanía de sus puntas. El hallazgo, en enero de 2014, de un tapiz del siglo XVI que perteneció a la Familia Real Británica, por ejemplo, nos refrescó la memoria sobre una obra impar del patrimonio canario. La aparición del espléndido paño motivó una larga disputa entre sus actuales dueños, que quieren venderlo fuera de España, y el ministerio de Educación y Cultura que, con rotundidad, expresó su negativa; y con carácter de acontecimiento, se presentó en Madrid. Procede de una serie, actualmente perdida, y encargada por Enrique VIII al pintor Pieter Coecke van Aelts (1502-1550) para la decoración de su residencia y, de paso, para reafirmar las bases doctrinales del protestantismo y justificar la secesión del papa de Roma y el encabezamiento de la Iglesia Anglicana. Tejido en Bruselas en 1535, con hilos de seda, lana, oro y plata y con unas medidas de 344 x 550 centímetros, su título es San Pablo quemando los libros paganos, es propiedad de una galería privada y está tasado en un millón de euros, aunque su precio, en una subasta libre en el extranjero -el estado la declaró inexportable- podría multiplicarse por diez. Inventariada por última vez en 1770 en el Castillo de Windsor, su rastro se perdió entre transmisiones confusas, donaciones y ventas, hasta los años setenta del siglo XX cuando la adquirió un coleccionista catalán. Pudimos contemplarla y compararla con los mejores trabajos de los talleres flamencos que conserva Patrimonio Nacional y, por la calidad compositiva y el precio de los materiales empleados, figura entre los mejores exponentes del Renacimiento, a la altura de los trabajos de ese autor y sus coterráneos Bernard Van Orley y Jan Vermeyen inventariados en las colecciones españolas. Además de su condición de prestigioso diseñador, Pieter Coecke fue un espléndido pintor de caballete del que se conservan una veintena de trabajos documentados en el Monasterio del Escorial -la tabla central del Tríptico del Juicio Final- y en El Prado -las tablas laterales y otros dos conjuntos de la Anunciación y la Adoración de los Magos- así como cuatro de pequeño formato. Se cuentan preciadas excepciones en colecciones particulares y, también, otra Anunciación en el museo toledano de la Santa Cruz y el Tríptico de Nava y Grimón en el Museo Municipal de Santa Cruz de Tenerife, la mejor expresión del manierismo nórdico en la magnífica selección que atesora el Archipiélago canario.