La batidora no descansa. Ahora el asunto que se somete al escrutinio mediático es la prima que van a cobrar los futbolistas de La Roja si ganasen el Mundial de Fútbol de Brasil. Unos 720.000 euros por barba. Obviamente, la cuantÃa del incentivo subleva la sangre de la gente que lo está pasando mal. De los cinco millones y pico de parados. De la Biblia en pasta. Claro que las primas son proporcionales a los sueldos que cobran los jugadores de la liga profesional de fútbol de España. Que mueven cada domingo cientos de miles de seguidores. Que llenan los estadios y las cajas registradoras. Que venden camisetas, pantalones, botas y otros equipamientos con los números de las estrellas más deslumbrantes de la competición. Y todo eso, curioso, lo pagan los mismos a los que se les subleva la sangre. Los sueldos del fútbol son estratosféricos cuando se habla de grandes estrellas (como en el cine). Asà que la demagogia funciona de maravilla cuando se restriega ante la gente el escatológico premio de La Roja. En una cadena de televisión, sin ir más lejos ni más bajo, se adjuntaba a la información de la prima multimillonaria el caso de una mujer a la que los recortes en la ayuda de dependencia le obligaban a sacar a su hermano de un centro especializado. Y ahà quedó eso. Impoluto en su manipuladora pero real simpleza. Uno se queda rumiando por qué esos jóvenes multimillonarios por dar patadas no se ocupan de salvar a esa pobre mujer. Y es más; uno se pregunta por qué a la locutora del programa -que cobra una pasta- no se le ocurre dar una parte mensual de su sueldo para ayudar a esa pobre mujer. O por qué no lo hacen sus tertulianos. O el presidente de la cadena, que cobra tal vez al nivel de los propios futbolistas. Seguramente ninguno lo hace porque el caso de esa mujer realmente no les importa. A unos porque lo ignoran. A otros porque sólo lo usan. La gente que cobra mucho es que suele dar a ganar mucho más. Y paga más impuestos, para ayudar, entre otras, a personas como esa mujer desamparada. Esta nueva demagogia de que quienes ganan mucho causan que muchos ganen poco es tan insostenible como falsa. Pero funciona. Porque la ira no razona. Y manipularla es bien sencillo.