Hablar del problema de la creciente deuda en un momento como el actual, en el que los tipos de interés están en mÃnimos y la demanda de cualquier emisión de bonos, pública o privada, recibe peticiones por importes muy superiores a los emitidos, resulta anacrónico y sólo digno de agoreros. Sin embargo, conviene ser conscientes de la realidad.
Si partimos de la premisa de que las deudas hay que pagarlas, es evidente que, cuanto más elevadas éstas sean, más difÃcil será hacer frente a éstas en su vencimiento.
Desde el inicio de la crisis, el aumento de la deuda pública y privada en relación con el PIB ha sido sustancial en todas las áreas geográficas del mundo, con la excepción de EE.UU., que ha logrado reducir marginalmente su endeudamiento, y Australia, que se ha mantenido estable. El resto de áreas económicas ha incrementado su endeudamiento sustancialmente.
En teorÃa, cuanto más elevado es el nivel de deuda, mayor debe ser el tipo de interés exigible al deudor. Curiosamente, el incremento del nivel de deuda desde el inicio de la crisis coincide con niveles de tipos de interés en mÃnimos, de forma generalizada. La caÃda de las rentabilidades de la deuda, pública y privada, ha sido generalizada, pese al incremento bruto de los niveles de deuda. Este comportamiento sólo puede ser explicado por la actuación de los bancos centrales inyectando ingentes cantidades de dinero, por la convicción de que se mantendrán en niveles bajos durante un periodo prolongado de tiempo.
Los actuales bajos tipos de interés y la facilidad para colocar emisiones en el mercado financiero no invitan al desapalancamiento, principalmente en el sector público.
Como consecuencia, los niveles máximos de deuda sobre el PIB todavÃa no se han alcanzado. Aunque se reduzcan los déficit públicos, la deuda sigue aumentando. En algún momento surgirá la duda sobre la capacidad de los deudores para devolver las deudas.
A tenor de la evolución de la cotización de los bonos parece que, de momento, nadie se lo plantea. Prima la premisa de considerar que una parte significativa de la deuda nunca se devolverá, se convertirá en deuda perpetua, no porque no tenga vencimiento, sino porque la abundancia de liquidez no se acabará en muchos años y la refinanciación a vencimiento estarÃa garantizada de facto. Hacia la deuda perpetua por la refinanciación permanente.
*DIRECTOR GENERAL DE RENTA 4 BANCO