Ante lo que para el Gobierno son unas medidas de austeridad -o al menos así lo dicen ellos- impuestas por Europa, por el Fondo Monetario Internacional e, incluso, estos días se ha sumado el Banco de España en las peticiones, nos quedamos sin saber a quién hacer caso, pues, si miramos atrás, hace pocos semanas ya habíamos salido de la crisis y caminábamos viento en popa hacia los laureles del éxito económico, “por haber cumplido de forma brillante y ejemplar la etapa de austeridad”. Puro embuste, una vez más. Aunque de todo esto, algo sí es real y cierto para todos los ciudadanos: esa austeridad, que el Gobierno marca fuera de los periodos electorales, es un auténtico “saqueo”. Saqueo este, impulsado bajo la doctrina neoliberal, y liderado por el capitalismo más arcaico. No debemos poner en olvido que el imperialismo, el capitalismo, el liberalismo, la globalización, o el propio neoliberalismo son “harina del mismo costal”.
La política imperialista es un autentico camaleón, con sus distintas tonalidades y con un único objetivo, la explotación obrera y la acumulación de bienes, en su propio e ideal beneficio. La sociedad española y de forma preferente toda la Europa del sur, está siendo saqueada por los inflexibles depredadores del norte y gobernada al dictado, por unos paniaguados dependientes del gran capital. A lo largo de estos días y tras la bufonada borbónica, Rajoy prepara una reforma laboral con ley de huelga incluida. También se contempla disminuir los días de baja por enfermedad, entre otras muchas matizaciones que se irán desvelando, a través de los globos sondas como uso y costumbre de este Gobierno. Los incansables exabruptos del presidente de la patronal, pidiendo un contrato de trabajo sin indemnización se ha intensificado con mucha insistencia estos días. Esa sería la muerte de las relaciones laborales, mandaría al traste lo que ahora llamamos convenio colectivo y la guinda la pondrá una ley de huelga en manos de una ministra que puso la solución del paro en la imagen de una virgen. Hasta ahora no se ha dudado en ejercer la depredación, para inflar las arcas de bancos, que el propio capital patrocina o posee, dejando a la sociedad en la más espantosa de las miserias. Cambiar el rumbo es un camino difícil, pero honra al que lo emprende. Un Gobierno sin oposición y con mayoría absoluta hará lo que le venga en gana, sin darse cuenta de que llegará el momento de verse solo, no como ahora por su propia voluntad, sino por castigo del resto de los hasta ahora maltratados, y problemas como los de Catalunya se le irán multiplicando exponencialmente, véase Euskadi por citar lo más próximo.