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Shirley Temple – Por Luis Ortega

   

Guardada en soporte digital – nadie sabe hasta cuando – conservo Bright Eyes, primera película de la estrella niña y el potente producto que Estados Unidos exportó mundialmente cuando confirmó su liderazgo en la industria del ocio. Shirley Jane Temple (1928-2014) -hubiera cumplido ochenta y seis años – fue una precoz y expresiva actriz y bailarina que conquistó al público y a los dueños de los estudios, que tuvo trato y salario de los grandes de Hollywood y que, como en tantos casos de precocidad, no superó artísticamente el tránsito de la adolescencia. Entre tanto, recibió el primer Oscar Juvenil de la Academia y, tras unos cameos prometedores, encabezó carteleras hasta fines de los años cuarenta.

Dirigida por John Ford, Walter Lang y David Butler, su filmografía incluye Curly Top, Wee Willie Winkie, The Little Colonel, The Bachelot and Bobby-Soxer, A Little Princess, Fort Apache y la primera version de Heidi, sobre el popular relato de la suiza Johanna Spyri. Su imagen sirvió como pretexto y soporte de innumerables productos comerciales – muñecas, vestidos, zapatos, entre ellos los de de claqué, porque era una consumada danzarina, publicaciones periódicas y golosinas -y su presencia fue pagada con grandes cantidades para adornar fiestas y eventos sociales. La popularidad universal de la actriz y la rentabilidad que dio a todas las productoras con las que trabajó, motivaron fallidos intentos de prolongar su carrera y, a ese efecto, se afanaron sin descanso guionistas y productores y se realizaron ensayos con los actores más taquilleros del momento. Pero todo resultó en vano y, mientras los inversores no se resignaron, la inteligente californiana se persuadió -“sin mucha nostalgia”, según declaró- del final de su ciclo; canceló de golpe los ensayos frustrados en televisión y la gran pantalla y acudió como invitada a los medios de comunicación para hablar de su feliz infancia, los problemas de la sociedad norteamericana y la actualidad política, terrenos en los que se desenvolvió con gran soltura. Esa fue la causa para que sucesivas administraciones republicanas le confiaran delicadas misiones diplomáticas, presencias en congresos y convenciones promovidas por Naciones Unidas, las embajadas de la desmembrada Checoeslovaquia y Ghana y cargos relevantes en la Casa Blanca. Icono y reliquia de la cultura USA, aún mantiene el record de la actriz más joven distinguida por la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas y el nombre de un famoso cóctel sin
alcohol que nos ofrecen a los turistas en California.