A un año de las elecciones municipales, los partidos comienzan a posicionarse de cara a esos comicios. Partidos y políticos, porque aquellos que se han quedado sin siglas no tienen reparos en inventarse unas o en buscar otras. Incluso alguno que sigue bajo el paraguas socialista.
En Candelaria hemos vivido un mandato más que convulso, en donde el Ayuntamiento se ha convertido en un gran escenario teatral con los guiones cocinados más en los juzgados que en la Casa Consistorial.
La oposición, ya sin distinción, ha utilizado la vía de la Fiscalía o la del Diputado del Común, o cuando no las propias advertencias del secretario, para combatir al grupo Socialista, que pese a la buena mano izquierda de su líder y alcalde, José Gumersindo García, no ha sabido explicar su gestión ni muchas de sus contrataciones, hasta un 50% de ellas ilegales, según dictamen del primer funcionario consistorial, el denominado secretario trancado, Octavio Fernández.
Con un panorama así y en plena crisis económica, lo que no se entiende es que al grupo de gobierno también le saliera un grano en el culo en su propias filas. Mucha de la información que la oposición utilizaba contra el gobierno de José Sindo nacía en la oficina económica, que todavía dirige Javier Rivero y su coordinadora eficiente. Una oficina que no ha sabido, o mejor, no ha querido elaborar un presupuesto en los dos últimos años. “Sin presupuesto se vive mejor” o “no nos ha ido mal sin presupuesto”, llegó a decirnos. Sus compañeros no entienden que el Ayuntamiento tenga cuatro millones de euros en cuentas corrientes y sin embargo no disponga de un duro para arreglar las goteras de un polideportivo o para reasfaltar las calles.
Además, el concejal de Hacienda que dejará de serlo el 1 de julio destacó también por su afición en recular en exceso, cuando lo hizo en su primera dimisión (diciembre de 2010) o cuando quiso irse del Consorcio de Tributos. ¡Oiga, que no recule ahora!